El faro porfiriano de Corrales
La ciudad imaginada / Dr. José Alfonso Baños Francia
La playa de Corrales yace tranquila y majestuosa al sur de la bahía de Banderas. Por su ubicación, constituye la puerta de entrada o salida al mar abierto y por ello, ese cabo es denominado “corrientes” debido al constante movimiento del océano. El asentamiento alberga unos doscientos habitantes; turísticamente no cuenta con la popularidad de otros destinos por las complicaciones de accesibilidad, manteniendo un carácter auténtico y relajado, ideal para desconectarse del agobiante mundo contemporáneo.
Para llegar desde Puerto Vallarta, hay que desplazarse a El Tuito, cabecera municipal de Cabo Corrientes y conducir por la carretera pavimentada que conecta con Mayto y Tehuamixtle. Antes de alcanzar estas poblaciones, aparece un cruce que alcanza una brecha en condiciones poco adecuadas.
Al observar la rugosidad del paisaje, la textura de la arena o la vegetación que circunda a Corrales, vuelve la certeza de la gran capacidad de seducción de que disponen las playas en la bahía, así sea Punta Mita, Marina Vallarta, Conchas Chinas o cualquier otra. Esta potente facultad seductora sigue siendo la llave que atrae a miles de visitantes a nuestro entorno.
Un elemento singular es el faro que dista unos dos kilómetros del poblado. De acuerdo a datos oficiales, es una edificación de estilo ecléctico cuya construcción comenzó en 1901 y concluyó un año después atendiendo las instrucciones de don Porfirio Díaz de otorgar seguridad a los navíos que recorrían esta porción del Pacífico. El basamento de la torre corresponde a un tronco piramidal que se eleva 18 metros sobre un acantilado otorgando una altura total de 93 metros sobre el nivel del mar.
La herrería es de manufactura italiana y el sistema de iluminación original ocurría con una linterna fabricada en 1875 por la casa Chance Brothers de Birmingham, Inglaterra, siendo trasladada para operar inicialmente en Cabo Falso, Baja Califoria Sur. El sistema de incandescencia era proporcionado por un sistema de vapor de petróleo alcanzando 61 millas y un radio geográfico de 24 millas náuticas. Actualmente, dispone de un foco luminoso de 1,500 watts que es observado a 40 millas náuticas.
El faro forma parte de la identidad de Cabo Corrientes y de todos los residentes de la región, por ello, recientemente se llevó a cabo un cuidadoso proceso de restauración, interviniendo autoridades de la Secretaría de Cultura de Jalisco y del gobierno municipal. Para resaltar su valor, el monumento ha sido inscrito en el Inventario Estatal de Patrimonio Cultural en la figura de bien inmueble de Valor Artístico Relevante publicado en el Diario Oficial de la entidad el 19 de noviembre de 2020.
Para llegar al faro porfiriano, se puede cruzar la ensenada de Corrales hasta encontrar la vereda que conduce al emplazamiento. Durante el trayecto, hay mucho por aprender y disfrutar, desde las vistas de la bahía, el patrimonio vegetal y la gran variedad de especies de pájaros que surcan el cielo. Visitarlo es una experiencia que renueva el espíritu y confirma la riqueza natural y cultural de nuestra bahía.