Reflexión sobre la autenticidad y liderazgo en la política
Red Interna / Humberto Famanía Ortega
Si somos sinceros, ¿cuántas veces nos hemos engañado a nosotros mismos buscando alimentar el ego por un anonimato dirigido?, y ante este cuestionamiento, surgen expresiones como “favor que me hacen” y “no lo merecía”, pero en el fondo se manifiesta la egolatría. La verdad es que ser auténtico no es fácil, porque naturalmente existen obstáculos que debemos vencer. Este tipo de situaciones se manifiestan en grado superlativo en el sector público, donde se desvirtúa la palabra honestidad y se alimenta la mentira, ya que su principal causa es la cobardía.
Ya es tiempo de buscar verdaderos líderes que sean de una sola pieza, que piensen y actúen con coherencia, sin tapujos, que hablen con la verdad y que sean firmes en sus convicciones. Parece que nuestros actuales dirigentes políticos se ponen diferentes máscaras y ocultan su verdadero rostro, que por algún motivo no quieren mostrar.
Falta de convicciones
Es una lástima que las convicciones hayan pasado a segundo término. Conocemos personas que, según las circunstancias, fingen un comportamiento falso. Difícilmente sabemos qué piensan cuando se habla de política. Escuchan primero y luego suman su opinión a la de la persona más importante o poderosa para quedar bien. Es triste que se pisotee la dignidad de esta manera.
No cabe la menor duda de que debemos ser honestos, fieles a nuestra identidad y obrar con verdad. Como decía Lavalle: “Obrar cuando se está solo, como si nos vieran todos, y cuando se está a la vista de todo el mundo, como si se estuviera solo”. La autenticidad significa ser uno mismo. Esto se alcanza cuando hacemos un alto en la vida para ver si nos hemos desviado, si actuamos de acuerdo con lo que pensamos bajo un proyecto de vida que signifique la propia justificación de nuestra existencia. En general, hemos creado una situación simulada, como en un gran teatro donde cada quien representa uno o varios personajes.
El Camino de la política
Quienes hemos incursionado en la política, sabemos de antemano que su camino es difícil y sinuoso. Cada día, las famosas ideologías se respetan menos. Simplemente existen compromisos de poder, basados incluso en la economía y la perpetuidad de sus falsas convicciones. La cultura materialista sigue floreciendo, invitándonos a vivir en cumplimiento de normas absurdas; la simulación, las falsas concepciones de la persona y la superficialidad, donde uno vale no por lo que es, sino por lo que tiene o aparenta.
Si analizamos nuestra región de Puerto Vallarta, muchos de los patasaladas llegamos a la conclusión de que nuestras raíces siguen en un vaivén del tiempo. Lo que necesitamos es buscar nuestra fortaleza, saber que nuestra autoestima nos ha impedido luchar por lo que creemos. Es urgente entender que la autenticidad implica cambio, y el cambio supone una conversión constante, una transformación y un mejoramiento.
Entes ajenos a Vallarta
Es una lástima que personas ajenas a nuestras costumbres, tradiciones y sin sentido de pertenencia, sigan enquistándose en las esferas del poder público local en los tres niveles de gobierno, sin ápice de tolerancia, buscando servirse primero y después a la ciudadanía. Las debilidades más grandes que se tienen son la avaricia, la mentira, la soberbia, la manipulación, la divulgación de situaciones que conllevan a la desunión y la adulación.
Es momento de estar conscientes de que, si sumamos esfuerzos todos los vallartenses, podemos cambiar nuestro destino siguiendo la ruta que nos trazaron nuestros antepasados, hombres y mujeres valientes, con espíritu emprendedor. Existe un precedente que nos servirá de camino y motivación para que unidos podamos encontrar prosperidad.
La mala distribución de la riqueza
Una de las situaciones que padecemos es la mala distribución de la riqueza, ya que empieza a existir pobreza extrema en nuestro municipio. Han proliferado los limosneros, robos, extorsiones, etcétera. Debemos cuidar que el gobierno no sea ineficiente, porque esto distorsiona las señales económicas y reduce la inversión privada. Los ricos se mueven en un sistema en el que obtienen mayores posibilidades de riqueza, lo que genera un círculo perverso de concentración de la misma.
El Papel del Gobierno
El gobierno debe convertirse en facilitador de la inversión, pero también en su vinculación con el sector privado y el social para lograr que juntos aporten en la construcción de una sociedad próspera, solidaria, justa y plenamente humana.
Lo que debemos lograr en esta prodigiosa tierra costeña es una sociedad incluyente y participativa mediante la difusión de la información, la concientización y la constancia en la vigilancia de la situación social. No es ajeno a nadie el enriquecimiento inexplicable de algunos personajes que simplemente obraron en detrimento de nuestro desarrollo; quedarán señalados ahora y para siempre.
Un llamado a la esperanza
Lo que deseamos es que surja una nueva esperanza donde existan gobiernos comprometidos con la sociedad, donde la corrupción e impunidad se extirpen desde su raíz. La acción ciudadana debe estar basada en una organización donde participe la sociedad civil como vigilante permanente para denunciar situaciones de injusticia.
Un cuerpo sin alma
Distinguidos vallartenses, un pueblo que olvida sus raíces y su historia no tiene futuro; es un pueblo hueco, sin alma. Son tiempos de actuar con la firme convicción de que solo unidos avanzaremos. Es tiempo de construir puentes y no levantar muros, con diálogos francos y abiertos para obtener soluciones razonables, duraderas y equitativas. La participación orientada al bien común y a soluciones compartidas siempre tendrá éxito.