¿Estamos dando el mensaje correcto? Parte 2

ConCiencia Animal / MVZ. Carlos Arturo Martínez Jiménez

Se desperdiciaron más de 40 años de un proceso formativo a la sociedad

En días pasados hable de mi punto de vista, que era compartido por otros colegas de la profesión, sobre el mensaje que se está dando por parte de autoridades, asociaciones y personas denominadas pro animales, era contundentemente contradictorio al bienestar animal y tenencia responsable, al hecho de que en su buena intención de ayudar a los animales, terminaban teniendo graves errores al eximir la responsabilidad de propietarios al hacerles creer que el mantenimiento y salud de las mascotas puede ser gratuita, y que además cometían graves errores que pudieran o terminarían en afectaciones a la salud pública, ecología y la salud de los propios animales al ofrecer soluciones son sesgos muy marcados, como son las esterilizaciones, o usurpando la profesión de medicina veterinaria, al ellos mismos otorgar desparasitaciones y vacunaciones sin tener el fundamento científico para llevarlo a cabo, incurriendo también en delitos federales.

Y todo esto lleva a un lado b, a otro punto del problema, y es precisamente al profesional de la salud animal, concretamente al médico veterinario bajo el cuestionamiento: ¿Estamos dando el mensaje correcto? Y la respuesta creo que también en abrumadora, y es no, un no que estalla en mil pedazos, un no que cae en el olvido, inútil, pequeño y perdido, tal como la canción de Gulliver de Miguel

Bosé.

El origen del problema

Y esta deducción me lleva a mi infancia en los años 80 ́s, donde las mascotas apenas estaban teniendo cierta relevancia, pero el perro y sobre todo el gato, eran unos fantasmas en la sociedad, apenas comenzaba cierta destreza clínica sobre ellos, y si bien en el presente se está viviendo sus mayores reflectores, en el fondo es bastante cuestionable sobre el actuar de los médicos en el pasado, ya que muy pocos tuvieron la valentía de hacer valer su trabajo y a la especie, y sobre todo, educar e informar con una visión hacia el futuro.

Se desperdiciaron más de 40 años de un proceso formativo a la sociedad, pero que no puede haber culpables, todo era parte del rezago cultural y científico de nuestro país y latino América en general, en comparación de países más desarrollados en el tema, o también nombrados primermundistas.

Médicos rezagados

Y en la actualidad, la realidad es que cuando llegó el furor de la protección animal plagado de mitos y creencias, el médico veterinario llegó demasiado tarde, estaba perdido en un limbo reducido de egolatría, apatía social, actitud limitada, y por supuesto, una visión y conocimientos muy tenues de lo que era el bienestar animal de mascotas en los animales de compañía, que este furor se comió y el presente es que no se le da el lugar y el reconocimiento acordes al tema, llevándose todos los reflectores y la atención mediática, social y política los personajes de índole proanimalista.

Y mucho de ello, además del desconocimiento profundo del bienestar animal por parte de los médicos veterinarios, es la pésima comunicación efectiva que tiene el profesional con la sociedad, y es en sí la apatía por tratar de trasmitir los conocimientos científicos afines a la sociedad en general, la desaplicación en llevar a cabo una correcta forma de desparasitar, inmunizar y hasta dar consulta de manera adecuada, haciendo valer el ejercicio de salvaguardar la salud pública con dignidad, limitándose solo a vender una tableta o una jeringa cargada con desparasitante sin hacer una correcta anamnesis, exámenes coproparasitoscópicos, y tratamientos adecuados al paciente, a solo preguntar si hace del baño bien y come bien para aplicar una vacuna sin hacer los protocolos debidos al realizar la consulta, solo haciendo un par de preguntas y una revisión superflua, realizando cirugías con el mínimo indispensable, o a veces ni eso, para darle valor a nuestro trabajo, sin obtener una cedula profesional o cumplir con los documentos que la ley exige, porque simplemente “nunca ha pasado nada”.

Animalistas usurpadores

Esto las personas lo observan, lo deducen y hacen creer que en la medicina animal es todo tan sencillo, que estilistas caninos, paseadores de perros, ayudantes o asistentes de veterinarios, o personas proanimalistas lo imitan con un cinismo tan aberrante, que no solo sodomizan la dignidad de una profesión, sino que ponen en grandes riesgos la salud pública.

Por eso tienen al médico veterinario acorralado como animal herido, muerto de miedo por su depredador, entregado al capricho de las personas, por el miedo a ser quemados en redes, a que les griten y los sobajen, porque nunca educamos y dimos el mensaje correctamente, al igual que un adolescente al que se le brindó el libertinaje y la falta de límites, la palabra del médico veterinario ante la realización de leyes, designaciones gubernamentales y foros de bienestar y protección animal está ausente o carece de trascendencia.

Una chispa de esperanza

Pero esto ya no es tan trágico, y aunque han sido pocos, como en los años ochenta, están saliendo cada vez más médicos veterinarios y biólogos que están estudiando a profundidad, que están aprendiendo a tener mejor comunicación y empatía, y se les están abriendo la puertas y brindando la atención merecida y necesaria, sin más que el criterio y conocimiento científico que se deduce a razonamiento, lógica y sentido común ante los problemas que no han podido resolver quienes han querido  resolver con creencias y sentimentalismos, que con muy pocos, y con muy poco se ha logrado algo de visibilidad, que será muy promisorio el instante en que la mayoría de los profesionales de la salud animal salgan del letargo y eduquen y difundan por el bien de todos, así con todas su letras, sociedad, animales y medio ambiente. Necesitamos mandar el mensaje correcto.