Psicología y cultura de la prevención
Educación y parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza
“Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto.”
Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.
Hasta la cultura popular en sus refranes y dichos populares, hablan de la prevención para no caer en tentaciones o malestares físicos o psicológicos. Sin embargo, al parecer dicha cultura de la prevención no ha quedado acentuada del todo en nuestras raíces psicológicas más profundas. Pues es el caso de que, en los últimos tiempos y producto del calentamiento global, entre otras calamidades consecuencia de ello, nos damos cuenta de que no somos previsores, que somos muy ingenuos, y que en realidad somos reactivos ante las emergencias o los desastres. Veamos pues por qué.
En los dos últimos huracanes que han tocado tierra, uno en Puerto Vallarta y otro en Acapulco, podremos sacar importantes aprendizajes y conclusiones, a propósito de eso que señalo. En el primer caso, cuando el huracán “Lidia” se acercaba, y aun cuando era claro que la trayectoria iba bajando desde Mazatlán hasta Jalisco, mucha de la población aun incrédula o confiada por decir lo menos, no tomó en cuenta los pronósticos matemáticos, y apostó más a la historia de ser intocable para los huracanes esta región. Poco a poco esa confianza se fue desdibujando, y en un giro afortunado de la naturaleza y bajando aun unos cuantos kilómetros, dicho fenómeno meteorológico tocó tierra en una región desafortunada llamada Maito, ahí sí como categoría 3 o 4 degradándolo rápidamente, y aunque los que nos quedamos en la ciudad nos pareció una categoría mayor, la realidad es que sólo vimos pequeños coletazos de un gran poder que fue desapareciendo gradualmente, no por ello no causó estragos en el sistema eléctrico o suministro de agua, pero nada comparado con lo que ha pasado en la ciudad de Acapulco.
Lamentablemente, en esta segunda ciudad los pronósticos de igual manera quedaron cortos, sin embargo, en su defensa se ha documentado que es el segundo huracán en la historia mundial en cambiar de velocidad y de categoría. Pero de igual manera, también es pertinente señalar que, si las personas que vivimos en una zona costera no tomamos precauciones y hacemos lo necesario en materia preventiva, pues nos vamos a encontrar con la realidad de que no hay gobierno suficiente que alcance a satisfacer las necesidades apremiantes en materia de protección, víveres, electricidad y agua, entre otras necesidades urgentes que quedan al momento de pasar el fenómeno meteorológico.
Tristemente ha quedado al descubierto que, al igual que hay buenos ejemplo de ciudadanos, no todos lo son. En Acapulco han sucedido una serie de crímenes y atrocidades por diferentes grupos de ciudadanos y autoridades, que nos muestran lo volátil que somos como seres humanos ante el enfrentamiento de los desastres naturales y el sentir que nuestra vida está de por medio. Y lo digo desde conocer las partes más oscuras de nuestra naturaleza. Por ello y ante ello, las preguntas siguientes me parecen pertinentes: ¿Qué esperamos para estar atentos y con lo necesario hasta donde sea posible en caso de un huracán?, o ¿ya tenemos la mochila de emergencia si vivimos en una zona de terremotos?
Mientras no tomemos acciones serias en materia preventiva, quizás la vida e integridad de nosotros y de los que dependen de nosotros estará en riesgo, hagamos conciencia y que no nos tome desprevenidos el próximo fenómeno natural, todo indica que habrá más y que cada vez serán de mayor intensidad. Hagamos algo por los otros y a la vez lo estaremos haciendo por nosotros.