Cumplir años
Educación y parentalidad /Jesús Cabral Araiza
“No solo contemos los años, hagamos que los años cuenten.”
Año con año y al hacer un recuento de los días transcurridos de nuestras vidas, inevitablemente viene un abanico de recuerdos, no solo de los buenos momentos, por igual de aquellos tragos amargos y experiencias no siempre gratas, pero que igual nos hicieron madurar y aprender algo.
En mi caso, me precio de seguir aprendiendo a diario, y cada vez más aprender de esos pequeños detalles de la vida, que, dicho sea de paso, en otros momentos no estaba preparado para apreciar y disfrutar. ¿A que detalles me refiero? Pues bien, trataré de hacer un pequeño y resumido recuento de algunos de ellos.
Iniciando por las buenas compañías que realmente desean compartir por igual parte de sus experiencias de vida y las reflexiones -profundas o no-, pero que nos acercan humanamente al otro, hablando en un sentido meramente hedónico de amistad. De igual manera, la buena lectura de literatura que en otro momento incluso no estaba preparado para digerir del todo, y que con los años las veo con otra óptica y cercanía. Mención especial el hecho de viajar, pues si bien siempre he disfrutado hacerlo, ahora lo disfruto mucho más, ya que puedo apreciar cada detalle como si nunca lo hubiera hecho, la comida, la gente, los lugares, las costumbres, las historias, las experiencias que narra la gente por donde viajo, entre otras.
De igual manera, mis “hijas adoptivas” que han ocupado un espacio que ya la vida no me dio (tener hijas biológicas propias), pero que he aprendido a tener una idea cercana a ello. Entender sus personalidades, manías y hasta dramas me han ayudado a ser más humano hacia ellas. Pero igual a aprendo de su entusiasmo, emprendurismo y de cómo se levantan ante cualquier adversidad, son de admirarse.
Mención aparte lo son mis hijos, sin ellos no podría entender quién soy ahora. Son el motor principal que me levanta todos los días, y si bien busco mis metas y caminos personales, aun estoy ligado a buscar su bienestar y apoyo, así como que sepan que siempre contarán con su padre. Ellos están en ese pequeño espacio entre la transición y seguridad personal económica y de proyecto importante de vida, y más que nunca necesitan de apoyo y compañía.
Los diálogos son claramente diferentes a su infancia -la cual añoro mucho-, pero igual esta etapa de madurez de ellos me da la posibilidad de experimentar, ver los frutos de haber podido incidir de manera positiva en sus vidas, así lo quiero ver. Así también, mi nuera me ha enseñado que hay esperanza en la gente joven y capaz de ser ejemplares, pero igual que soy afortunado al ver cómo crea felicidad junto a mi hijo, siempre le desearé lo mejor y sabe que la apoyo en todo.
Por igual aquellas amistades que, aunque no nos vemos a diario y la distancia geográfica no ayuda, sabemos que están ahí, y que al vernos renovaremos los lazos de amistad y complicidad que nos unen.
Finalmente, gracias a Laura que me ha apoyado de mil maneras a llegar a un cumpleaños más, y apoya por igual a nuestros hijos. Como dijera Alberto Cortés, gracias a la vida que me ha dado tanto.
No sé si merecido o no, pero me ha dado mucho y espero seguir agradeciendo tantas bendiciones y gratas sensaciones y experiencias. Gracias.