Euforia contra acarreo y despilfarro
Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Tanto los partidos de oposición, como la élite de intelectuales conservadores, entre los que destacan Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Leo Zuckermann, Javier Tello, Héctor de Mauleón, María Amparo Casar, Denise Dresser, Jesús Silva Herzog, Victor Trujillo y Carlos Loret de Mola, entre otros; no dejan de manifestar su euforia por la aparición de un personaje como Xóchitl Gálvez para posible candidata a la presidencia de la república en representación de ese bloque opositor.
Casi todos ellos coinciden en señalar que no habíamos tenido en México un presidente tan intervencionista, autoritario, represivo, tonto, ignorante e incapaz como López Obrador.
Pues aunque reconocen que también Fox intervino para desaforar e impedir la candidatura de AMLO a la presidencia en 2006, y que Peña Nieto en 2018 persiguió a Ricardo Anaya hasta hacerlo huir del país; se olvidan que por ser parte de la élite cortesana y privilegiada nunca dijeron lo mismo de ambos presidentes quienes, sin duda, se distinguieron por su incultura, su ignorancia, su nivel de corrupción y los demás adjetivos que le atribuyen al actual presidente.
Y no es que defienda a AMLO, porque no sólo es capaz de defenderse él mismo, sino que tiene la autoridad moral para señalar los conflictos de interés en los que ha incurrido Xóchitl Gálvez, desde su pasado panista como colaboradora en el gabinete de Vicente Fox, durante su gestión como Jefa de la Delegación Miguel Hidalgo y bajo su actual desempeño como senadora de la república por el PAN.
Aunque la élite intelectual opositora pretende engañar a la población exaltando su imagen cómo alguien apartidista que es capaz de ponerse al tú por tú con el presidente, que le responde ingeniosa y espontáneamente; que es millonaria, pero de origen humilde, que representa a las comunidades indígenas, a la cultura del esfuerzo y los pobres de México; la realidad es que el país necesita un presidente o presidenta con la estatura de estadista no de gladiadora o de peleador callejero.
La euforia de la oposición sólo responde a la triste imagen que proyecta Claudia Sheinbaum, con sus gastos excesivos en carteles, pinta de bardas y acarreo de gente que le dispensan gobernadores, alcaldes y funcionarios Morenistas, sin que nadie audite ese despilfarro. En su percepción Claudia es la menos carismática, no tiene proyecto propio, es una imitación del presidente y sería una presa fácil para Xóchitl Gálvez en caso de ser la elegida.
Por eso, el bloque opositor ve en la figura de Ebrard un serio competidor contra Xóchitl por su formalidad, capacidad política y experiencia administrativa para hacer frente a un entorno nacional e internacional en el que México tendrá que implementar urgentemente algunas acciones de gobierno para seguir impulsando nuestro desarrollo.
Podemos destacar que el próximo presidente de México deberá enfrentar el creciente problema de inseguridad, la migración extrafronteriza, la crisis ambiental global, el crecimiento económico, el control de la inflación, el flujo de capitales para la inversión productiva y atender una agenda internacional cada vez más compleja de la que nuestro país actualmente forma parte en América del Norte.