Irlanda

La ciudad imaginada /Dr. José Alfonso Baños Francia

Los sólidos cimientos económicos aunados a los acuerdos políticos han asegurado el bienestar comunitario en la República de Irlanda

Cuando pensamos en Irlanda, quizá venga a nuestra memoria paisajes de ensueño, verdes y tradicionales, como salidos de una escena de película; también recuerda a duendes, cerveza Guinness y gente pelirroja. Estas imágenes forman parte de los estereotipos asignados a cualquier país, pero en este caso, la herencia cultural es vasta y potente.

El nombre oficial es República de Irlanda o Éire en idioma gaélico, integrada por una isla rodeada por el océano Atlántico. Forma parte de la Unión Europea y está constituida como una república parlamentaria con un presidente que ejerce como Jefe de Estado, mientras que el responsable del gobierno es el Taoiseach, nombrado por la Cámara Baja del Parlamento.

Durante varios siglos, Irlanda estuvo ocupada por el Reino Unido hasta 1922, cuando se firmó el Tratado Anglo-irlandés que concedió la independencia a 26 condados mientras que otros 6 optaron por permanecer bajo protectorado británico, constituyendo a Irlanda del Norte.

Ello desembocó en múltiples conflictos políticos y religiosos, dado que los irlandeses suelen ser católicos al tiempo que los británicos profesan variadas formas de protestantismo, sobre todo bajo la figura anglicana. Durante la década de 1970, se tuvieron enfrentamientos conocidos como The Troubles (Los problemas) especialmente en Belfast, hasta la firma del acuerdo del Viernes Santo en 1998. Sin embargo, la relación entre ambos estados es intensa, al compartir una única frontera terrestre.  

La capital es Dublín, localizada en el este de la isla, siendo la urbe más poblada en un país que supera los cinco millones de habitantes. Durante muchos años, fue una de las naciones más pobres de Europa y centro de emigración de millares de personas que se refugiaron en Estados Unidos de América, particularmente en la costa este.

Quizá por ello, la sociedad irlandesa apostó por la educación de calidad para cimentar la prosperidad que ahora se tiene, alcanzando en 2017 el cuarto lugar dentro de las naciones más desarrolladas del mundo, de acuerdo al Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Así mismo, la república ostenta los primeros puestos en materia de libertad económica, política y de prensa, siendo uno de los más ricos por ingreso per cápita.

Tuve la oportunidad de vivir en Irlanda entre los años 2001 y 2002 y no había regresado hasta hace un par de semanas. Me dio mucho gusto comprobar el alto nivel de vida y las condiciones materiales de que dispone la población irlandesa tras asumir eventos complicados como la crisis financiera global del 2008 así como la reciente pandemia producida por el Covid-19.

Los sólidos cimientos económicos aunados a los acuerdos políticos han asegurado el bienestar comunitario en la República de Irlanda. Ojalá que en nuestro contexto pudiéramos aprender algunas de esas lecciones, como es la apuesta por una educación integral, la libertad cívica y el respeto a la ley. Pero lejos de mejorar, nosotros tenemos gobiernos ineficaces e irresponsables, personajes que dividen y grupos de delincuentes que imponen sus intereses a base de balazos o desapariciones.