¿Qué opinan de las guerras?
Consejos de una Abuelita Moderna / Por un México Mejor
El nuevo estudiante preguntó: “¿Qué opinan de las guerras?”
Todos: “¡Fatales! ¡Pobres de los que viven en países tan agresivos!…”
El joven sin pelo agregó: “Y… Si no estamos de acuerdo… ¿Por qué las permitimos en nuestro propio país?…”
El inmaduro exclamó: “¡Estás loco! En México… ¡No hay guerras!”
El joven sin pelo contestó: “¿No nos contaste que ayer le diste una trompada a tu propio hermano porque te quitó la bolsa de fritos que estabas comiendo?…”
El inmaduro riendo dijo: “Eso es diferente, porque él me quitó mi bolsa y… ¡Yo enojado le dejé el ojo morado para que aprenda a respetarme! Ja, ja, ja…”
El nuevo estudiante expresó: “Perdona mi franqueza, pero en lugar de respetarte te tendrá miedo, y no nada más, habrás perdido a tu valioso hermanito, sino que has provocado… ¡El inicio de la destrucción familiar, si no le pides perdón lo más pronto posible y compras otra bolsa, para compartirla gustoso con él!”
El inmaduro muy enojado: “¡Estás loco, eso no lo haré jamás!…”
Todos atentos.
El nuevo estudiante contestó: “¡Inaudita tu forma de proceder!… Porque de esa forma tan simple… ¡Se inician las guerras entre hermanos, amigos, parientes, vecinos, colonias, ciudades, y… hasta países dentro de éste enigmático Planeta Tierra!”
El joven sin pelo expresó: “¡Muy cierto lo que dices!… Por desgracia a algunas autoridades, les interesan más sus ganancias personales que la gran cantidad de indigentes existentes… El orgullo, la ira, el rencor, odio, deseo de venganza y poder, provocan que algunos seres humanos se conviertan en monstruos inaccesibles, olvidándose del verdadero amor hasta para con ellos mismos.”
El inmaduro avergonzado se retiró…
Al día siguiente el inmaduro dijo al grupo: “Muchísimas gracias amigos… ¡Qué razón tenían! Saliendo de aquí, compré una bolsa de fritos para regalársela a mi hermanito y pedirle perdón, y él me dejó boquiabierto, cuando vio mi mano y con una ternura infinita me la besó diciéndome que de seguro también me dolía como a su ojo… Al preguntarle qué por qué hacía eso; simplemente contestó que no le gustaba la ¨Ley de Talión¨, porque prefería practicar las enseñanzas de Jesucristo, con la ¨Ley del Perdón¨, la ¨Ley del Amor¨, porque así se terminarían las guerras y todo el mundo viviría en paz y muy feliz. Y agregué, también es importante jamás olvidarnos de los sabios consejos de nuestra bella raza de bronce… ¨Solos somos fuertes pero unidos invencibles”.
Todos se acercaron al inmaduro gritando: “¡Bravo! ¡Eso sí es digno de contarse!”
Los Maestros que los veían de lejos se acercaron en silencio.
Él agregó: “Gracias a la bondad de mi hermanito y a los sabios consejos de ustedes… ¡He dejado de ser inmaduro, porque ya me siento capaz de actuar cabalmente y con mucho amor para todos mis semejantes.”
Todos aplaudieron y gritaron: “¡Bravo!”
El joven sin pelo dijo: “¡Qué orgulloso me siento de ti!”
El nuevo estudiante agregó; “¡No sólo tú, creo que todos!”
Todos lo abrazaron y felicitaron, mientras que dos hermosas chicas, se secaban las lágrimas que les rodaron por sus mejillas.
Los Maestros fueron los últimos en abrazarlo y expresaron lo mismo que todos dijeron muy orgullosos: “¡Esto sí es digno de contarse a toda la escuela si tú lo permites!”
El siguiente lunes, después de los honores a la Bandera y antes de que todos los alumnos se fueran a clases, el Director del Plantel, felicitó al estudiante ex inmaduro y le dio un reconocimiento al hermanito para que se lo entregara personalmente.
Para mis hermosos ángeles terrenales del Grupo Canica.
Cariñosamente Ana I.