Si Dios quiere…
Medicina Familiar / Dr. Marco Antonio Inda Caro / Médico de Familia
“Si todo sale bien, bendito sea Dios, y si sale mal, por ineptitud del médico, la enfermera descuidada, o nuestro anacrónico y corrupto sistema de salud.”
Una historia vivida miles de veces por miles de familias, decisiones que se toman o se dejan de tomar a veces por ignorancia, a veces por desinformación, otras por amor, otras más a destiempo, ¿y aquellas decisiones en las que no estamos preparados económicamente?
El 15 de febrero se celebra el Día Internacional del Cáncer Infantil, esta es una historia real que sucedió aquí en la región.
Lalito de 5 años, inicio con una masa en cuello del lado derecho, dura, no dolorosa de superficie, redonda, de aproximadamente 3 cm de diámetro; hijo de ambos padres trabajadores de la hotelería, llevaba más de 5 días que la madre lo había notado. Acudieron a una concurrida farmacia con consultorio, de esas que cobran 30 pesos la consulta, pero que te recetan más de 1,000 pesos en medicamentos y que la mayoría ni al caso, 3 días después del manejo, la bolita seguía intacta, sin crecer, sin modificarse, la madre no ve mejoría y vuelven a ir con el mismo médico de farmacia, este puntualmente pide un ultrasonido de piel y de tejidos blandos con un costo de 3,500 pesos con un médico radiólogo; no alcanzó su dinero, acuden con un médico ultrasonografista, de esos que ahora abundan como los médicos en medicina estética. Posterior al examen, concluyó una masa similar a un ganglio calcificado sin características propias de malignidad, un resultado no concluyente.
Se le cobró por el ultrasonido 350 pesos. A los 10 días, se agregan malestar general, fiebre vespertina asociado a la pérdida del apetito, es ahí cuando ambos padres sienten un alarmante pánico fraternal o alienación parental con evidente Síndrome Biparental por negligencia, entonces inician con un calvario de ansiedad generalizada, temor, pero sobre todo, un coraje enorme por nuestros sistemas de salud pública, donde tienen que acudir de madrugada a apartar un espacio con la suerte que no los atiendan.
Pasan con el directivo a quejarse por la lista de espera que no avanza, finalmente es atendido en la jefatura de consulta externa, y es enviado a pediatría haciendo el diagnostico de linfoma (un cáncer de los ganglios linfáticos).
“Bendito mi dios que se detectó a tiempo”, le decía la madre al pediatra/oncólogo.
“Fallamos al inicio, pero ya está en buenas manos, que si dios no hubiera querido, mi Lalito no hubiera vivido.”
Qué tiempos aquellos en que el médico era uno de los líderes de la comunidad, que se sentaba en la mesa de honor al salir los niños de la primaria, y le tocaba dar los diplomas por haber culminado con la primaria o el kínder. A mí me tocó hacer el servicio social en las faldas de la Sierra Madre Occidental en una comunidad llamada Copala, en Concordia, Sinaloa, que para llegar a una comunidad tenía que caminar 7 horas, o en caballo 3 horas, y la misma comunidad se organizaba para prestar el animal que nos cargaría hasta allá.