La automedicación a los animales de compañía
ConCiencia Animal / MVZ. Carlos Arturo Martínez Jiménez
Estrictamente la automedicación se define como la utilización o consumo de medicamentos, hierbas o remedios caseros por iniciativa propia o por recomendación, sin la prescripción o consulta con algún profesional de la salud.
Este comportamiento sociocultural está impregnado en la vida cotidiana de las personas que de cierta forma también ha permeado a los animales de compañía que se ven afectados por la medicación empírica por parte del propietario.
Esta conducta del consumo de medicamentos sin prescripción se ve condicionada o favorecida principalmente por la venta libre de medicamentos tanto para uso humano como veterinario por el influjo de la publicidad farmacéutica, así como su venta en lugares no autorizados, los impedimentos económicos o disposición de horarios y por supuesto, el notable incumplimiento de la legislación sobre dispensación de especialidades farmacéuticas que exigen receta médica.
Y es que la selección de un fármaco apropiado para una terapéutica comienza con la fundamentación de un buen diagnóstico de la enfermedad, o disfunción del paciente, para después decidir basándose en muchos factores a tomar en cuenta en la comprensión de los procesos patológicos y farmacológicos, las posibles opciones terapéuticas. Tanto la automedicación como la medicación por parte de los propietarios hacia sus mascotas, tiene en su mayoría terribles connotaciones negativas al constituir una terapéutica no controlada, la cual deriva en el uso irracional de los medicamentos incrementando los riesgos de los gastos en salud.
Es esencial tener en cuenta que cualquier terapia con fármacos debe considerarse como un riesgo que debe ser calculado antes del uso de la terapia en cuestión, de ahí que la automedicación implica riesgos por los posibles problemas o eventos relacionados con los medicamentos, que van desde moderados hasta graves a corto, mediano y largo plazo, o llegando a ser tóxicos en casos de sobredosis, produciendo emergencias accidentales, iatrogénicas o intencionales y su principio está en que no se hace un diagnóstico y el único profesional idóneo y autorizado por las leyes y normas para ello es el médico veterinario con cedula profesional.
Si hasta este momento no le queda clara la gravedad del asunto en cuestión, le doy algunos ejemplos que esto ocasiona:
Si en alguna o en muchas ocasiones a usted se le ha ocurrido administrar a su perro o gato analgésicos y antiinflamatorios como paracetamol, ácido acetilsalicílico, naproxeno, ibuprofeno, entre otros, todos ellos causan intoxicación y daño de órganos vitales al no tener la capacidad de metabolizarlo como los humanos, y produciendo en su mayoría signos como vómito y diarreas, incluso con sangre, úlceras gastrointestinales, hemorragias internas, anemia, insuficiencia hepática y renal, temblores, convulsiones y muerte.
Si también se le ha ocurrido darle algún antibiótico o desparasitante sin una prescripción precisa, aunado a también a un posible daño agudo que le pudiera provocar por alguna sobredosis o provocando un daño crónico también por su uso inadecuado, está colaborando al evidente aumento de la resistencia de bacterias a los antibióticos, una problemática creciente a nivel global donde los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo que incrementa el riesgo de su propagación y que lamentablemente pasa muy desapercibido por todos.
El caso de los parásitos es igual, la fantasía que con una sola tableta cada cierto tiempo sin hacer exámenes ni una planeación estratégica solo lleva a la resistencia de estos hacia los fármacos o no se ha preguntado ¿Por qué si llevo tantos años desparasitando a mi mascota, al mínimo descuido está lleno de parásitos otra vez? O también el usar como por ejemplo la ivermectina sin evaluar que existen predisposiciones genéticas que podrían incluso matar a su mascota en cuestión de horas, hasta el uso de las tabletas para pulgas y garrapatas que sin la evaluación de un médico veterinario periódicamente podrían provocarles daño hepático, renal y neurológico a mediano y largo plazo.
Y si hasta aquí no ha comprendido la gravedad del tema, entonces ya mejor ni me esfuerzo en explicarle el más terrible daño, aunque es el uso inadecuado de insecticidas o químicos como la creolina, amitraz, permetrinas y demás sustancias sin seguir las recomendaciones de un médico veterinario.
La importancia que se cree conciencia en los propietarios de los animales acerca de la necesidad de asistencia técnica especializada es vital, para evitar que no duplique o se copie tratamientos en forma mecánica, pues cada caso es distinto y las consideraciones previas y posteriores a la terapéutica siempre son diferentes, por ello evitemos auto medicarnos y mucho menos auto medicar a las mascotas, ya que cabe resaltar que hacer esta practica es un delito a todos los niveles de gobierno, ya que el veterinario quien es la única persona autorizada para detectar las enfermedades y prescribir medicamentos para nuestros animales.