Navidad, familia y amigos
Por: Dr. Jesús Cabral Araiza
Seguramente y ya para estas fechas, estará usted estimado lector, un tanto aturdido entre el ambiente navideño y precampañas electorales, y aunque no pretendo curar ese hecho, espero al menos, hacerlo reflexionar sobre aspectos que traen consigo estas fiestas decembrinas.
Un aspecto que en más de un espacio y oportunidad habrá escuchado, es el referido a que “regale afecto y no lo compre”, y uno esperaría que después de tantos años de campaña al respecto algo hubiese cambiado. Pues bien, creo que sí, en algo algunas personas hemos hecho cambios y nos hemos ocupado no sólo de hacer sentir bien a los otros no solo en fechas obligatorias, sino todo el año.
Tratando de repensar la Navidad, me vienen tres cosas a la mente sobre ella. Es sí misma la fecha es bella, pues predispone a la gente a estar más de buenas y a mejorar sus actitudes en general con los otros. Y eso es ya en sí digno de ser resaltado, ¿no lo cree?
La familia
En segundo lugar y no menos importante, está la convivencia con la familia. Esa familia que no siempre mantiene la armonía que se pudiera pensar. Y es que los seres humanos nos debemos saber complejos, desconocidos hasta por nosotros mismos, por lo tanto, no es fácil la convivencia y el tomar acuerdos familiares. Muchas veces las diferencias entre familiares se tornan ríspidas en extremo, y los rencores y envidias pueden tardar en procesarse y sanar. Pero al final y si uno es un poco sensato y con sentido común, tendrá que aceptar que este viaje de la vida es muy corto como para mantener rencillas que entre hermanos no lleva más que a la tristeza y desánimo entre quienes la viven, y muchas veces hasta por personas que son indirectamente afectadas, primos, tíos, etcétera.
En algunos casos, cuando alguien mantiene por mucho tiempo tanto rencor, valdrá la pena detenerse y buscar hasta ayuda profesional. Pero no nos engañemos, muchas veces así conviene y es motivo y causa para quien lo provoca, es decir, así prefiere seguir “viviendo”. Lo mejor será madurar, buscar ayuda, y cerrar procesos de relación interpersonal de la manera sana que sea conveniente. Cuando uno tiene hermanos no todos son iguales, ni piensan igual, y menos actúan igual, sólo se comparte el vientre materno, por tanto, una regla básica de mejor convivencia y saber convivir con esas diferencias.
Los amigos
Esos seres increíbles que suelen aceptarnos sin limitaciones, que igual nos llaman la atención cuando nos vemos en dilemas o hasta malos pasos, pues bien, puede ser un buen momento de reflexionar sobre quiénes son los buenos y no tan buenos amigos. Pero igual hacer el recuento de lo que nosotros mismos hemos hecho hacía con ellos. Podría ser que quienes no somos tan buenos seamos nosotros mismos.
En estas fechas en las que no sólo se desborda la gente en buenos deseos y acciones, debemos estar atentos si es sólo porque hay cierta obligatoriedad de hacerlo, o porque realmente la gente sabe dar y recibir, ser empática y no sólo simpática.
Una práctica sana y por demás satisfactoria, es la de intentar más de lo que recibimos. Si usted tiene alimento, abrigo, salud y seres queridos para pasar estas fiestas, tiene más que muchos seres humanos en el mundo, por lo tanto, es afortunado y rico. Trate de dar, pero no solo lo que le sobra. De con alegría y de corazón, no solo bienes materiales, que claro está, serán bien recibidos si alguien los requiere. Igual proporcione de manera generosa, abrazos, alegría, besos y buenas actitudes a raudales.
Para aquellos pesimistas que no faltan y que ven nubarrones el siguiente año respecto a temas como los políticos, el mal gobierno, la economía, el calentamiento global o cualquier tema motivo de mal ánimo, lo mejor que les podemos decir y hacer es que ello nos da motivos para estar y sentirnos vivos, que son retos que nos mantendrán ocupados para salir adelante y aprender a superarnos. Por lo pronto le deseo una feliz Navidad en compañía de sus seres queridos. Un fuerte abrazo para todos.