Gratitud divino tesoro
Red Interna / Humberto Famanía Ortega
Analizar en forma sincera nuestro actuar por la vida, nos da un halo de profunda reflexión que nos lleva a tomar caminos que nos conducen hacia la justificación de nuestra existencia.
Mi primer paso, es la gratitud hacia Dios, ya que la existencia es el más grande regalo que hemos recibido, y vivir significa tener la oportunidad, no solo de disfrutar la creación (cielo, bosques, mares, etcétera), sino de recibir y dar amor, construyendo un entorno cálido y bello, en el que descubrimos con emoción la hermosura y perfección de los seres humanos, ya que fuimos creados a su imagen, por lo cual, nuestro caminar deberá de ser siempre con gratitud y así contribuir a su obra.
La gratitud es una virtud que debemos practicar, y conviene hacerlo, en especial por las bendiciones que recibimos de nuestro Padre celestial, y también de quienes nos tienden su mano. Mi reconocimiento siempre, y lo digo con el corazón en la mano, a mis padres, hermanos, maestros, esposa, hija, amigos, y tantos seres anónimos que oran por nuestro bienestar. Nuestra respuesta deberá ser siempre la de adquirir conciencia del beneficio recibido por una persona, y agradecer lo más pronto posible.
Servir, y echarle la mano a los más necesitados de nuestra familia y comunidad, sin esperar reconocimiento y agradecimiento alguno, como dice el poema: “Agradecer en vida hermano, en vida”
A través del tiempo se conocen los verdaderos amigos, sobre todo en situaciones adversas, ya sea por motivos de salud, falta de oportunidades de trabajo, o la cárcel. A veces no aportar un sabio consejo, ser egoístas y soberbios hace que nos apartemos de nuestros amigos, e inclusive de nuestra propia familia. Siempre de una u otra forma, necesitaremos ayuda, tanto física como espiritual, pues cada día que pasa es un día menos en nuestra existencia terrenal, son los tiempos de valorar nuestra vida y de todo lo que recibimos de nuestro Padre Dios.
También es importante dar sin condiciones, pues somos una parte de la cadena de favores que dan forma al ser hermanos ante el Creador.
Con hechos se deberá demostrar que somos agradecidos, y no únicamente con vanas promesas, como dice el popular dicho, “de lengua me como un taco”, esto es frecuente en todos los ámbitos de la vida, sobre todo el político, por eso existen tantas vendettas y rencores, por promesas incumplidas en compromisos formales adquiridos con anterioridad.
En la actualidad es muy natural este tipo de acciones, parece ser que se sienten eternos quienes llegan a una responsabilidad emanada por la vía electoral, sin embargo, al concluir su encargo, buscan afanosamente a quienes les otorgaron su voto, porque se sienten solos, pero la vida los colocará en su exacta dimensión…
Creo es muy importante nunca perder la dirección de nuestras vidas, porque las voces de los aduladores hacen perder el piso, y no debe de ser así. Los puestos son circunstanciales, casuísticos y pasajeros, pero sobre todo para hacer amigos y reafirmar la confianza. Vivimos en una cadena de favores, porque todos necesitamos de todos, cada quien posee un don que Dios nos otorgó. Debemos buscarlo para cumplir a cabalidad con nuestra misión en este mundo; todo es cuestión de aquilatar el sentido de la responsabilidad conferida en el momento de nacer, ser hijos del dueño y Señor del universo.
Pues bien respetables lectores, el arte de vivir bien y en paz es responsabilidad de uno mismo, tu eres tu propio administrador. Vive con lo que tienes y puedas adquirir. Estamos pasando por épocas difíciles, en que todos necesitamos de todos, para que en esta gran espiral de acontecimientos, muchos de ellos lamentables, nos lleve a salir adelante, siempre unidos y agradecidos.
Quienes somos creyentes, todo acontecimiento es motivo de acción de gracias.