¡El milagro en Bahía de banderas!
Medicina Familiar / Dr. Marco Antonio Inda Caro / Médico de Familia
Volvemos de nuevo con un brote masivo de covid-19 y la población continua con las mismas prácticas. Es la cuarta ocasión que se forman para realizarse un estudio de prueba rápida, y vuelven a llegar mentando madres ¡no se pueden educar! Todos tenemos familia, todos tenemos horarios laborales, tenemos que descansar, no es posible que no hayamos aprendido nada con las anteriores ¡cuándo han visto que lleguemos a un restaurante y le mentamos la madre a la ayudante de cocina por no traernos el pedido rápido!
O cuando llegamos a cargar gasolina, y está la fila enorme de carros ¡a poco salimos desesperados a mentarle la madre al despachador para que se apure! ¡Nunca he llegado al Oxxo exigiendo que abran la segunda caja mientras hacemos fila y hay personal que parece que se está haciendo tarugo!
Y lo que faltaba, llega una turista española a la unidad médica del seguro social exigiendo un comprobante apócrifo donde pide se señale que ya cumple con todas las vacunas exigidas para poder salir del país en un vuelo comercial, ya que no está de acuerdo en la vacunación, con el teléfono en mano grabando las respuestas negativas a su solicitud, por más que se le explicó que no era posible tal petición, se le comentó que el órgano rector quien se encargaba de tal documento era el INSABI, aun así no estaba de acuerdo, refunfuñando que éramos corruptos, precarios, inútiles, indebidos y cuanto desdén se acordaba, acaparando las miradas de su actuar, viendo la enorme estupidez en su actuar clasista hacia el personal de la unidad.
Ya con las vacunas aplicadas, vamos a tener una ola catarral que durará más de lo normal, con alto riesgo de morir aquellos con lo mismo: diabetes descontrolada, hipertensión sin manejo optimo ni diagnóstico, personas con cáncer en etapas avanzadas, además de que siguen una buena cantidad de personas sin ninguna vacuna.
Milagro
Y ahora, el milagro de la medicina de primer nivel, solo aquí en Bahía de banderas. Don Parkinson inicio a sus 80 años, con tal calamidad e infortunio, posterior a la muerte de su esposa con quien procreó 7 hijos, y con quien permaneció a su lado por más de 50 años, le lloró todo un río, con sus lágrimas podía llenar una alberca, ya que por 6 meses posterior a la muerte de su compañera, la recordaba llorando siempre en su consulta por sus medicamentos. Ella era diabética e hipertensa, falleció de un infarto fulminante, ya no se despertó al día siguiente. Él con hipertensión arterial de más de 20 años de evolución, un día le llevó una botella de brandi a su médico familiar, quien al llegar a la clínica pierde la fuerza de su mano, dejándola caer quebrándose, al llegar a su consulta, la saca del morral y le dice al médico: “Mire de a de veras que se la traía, pero pinche mano ya no puedo sostener nada, aunque sea huélala pa’ que vea que no es mentira”; la mano le temblaba más que el istmo de Tehuantepec.
Por más que se le modificaba el manejo, su Parkinson se volvió una pesadilla, ya no podía firmar sus recetas, le pedía al despachador de farmacia que le hiciera el favor de firmarlas, sin embargo, no todo era oscuro ni vacío para su vida, tenía 20 hectáreas frente al mar ahí en Punta de Mita yendo por el camino a Sayulita, cuando un día se deja ver agarrado de la mano de una joven que aparentaba 30 años, ya casi no le temblaba su mano, parecía que el amor le había curado su agonía, era tanta su alegría, que estaba seguro había encontrado el agua bendita rejuvenecedora que purifico su cuerpo de tan apocalíptica patología.