Cambios en el IMPLAN
La ciudad imaginada / José Alfonso Baños Francia
El pasado 13 de junio Luis Ricardo Huaracha tomó protesta como nuevo director del Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) de Bahía de Banderas. Este joven funcionario fue sub-director de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente en la administración encabezada por Arturo Dávalos entre 2018 y 2021 en Puerto Vallarta y formó parte del equipo responsable de aprobar desarrollos inmobiliarios abusivos que no respetaron las normas de control establecidas en la normativa urbanística local.
La incorporación al municipio vecino de este personaje vislumbra el interés por incorporar recurso humano poco comprometido con el desarrollo urbano sostenible y por mantener esquemas de extracción territorial a la que nos hemos acostumbrado en la región.
Independiente a quien dirija al IMPLAN, se mantienen vigentes retos importantes para Bahía de Banderas. El más importante es actualizar el Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU), que ha cumplido 20 años de vigencia a pesar de ser uno de los municipios con mayor crecimiento en el país.
Vale recordar que la administración anterior con Jaime Cuevas a la cabeza desplegó un arduo trabajo para renovar el PMDU, esfuerzo que terminó en un sonado fracaso. Esto da cuenta de la imposición de los intereses mercantiles de grandes jugadores en la escena turística quienes han logrado salirse con la suya alentados por la complicidad de algunos funcionarios en turno.
Aún en el supuesto de que se lograse aprobar un nuevo PMDU, ello no garantiza que los retos territoriales y urbanos serán implementados con eficacia porque la mano del poder económico es más pesada que los criterios de sostenibilidad.
Y para muestra basta un botón: la crisis de movilidad que complica diariamente el traslado en ambos municipios costeros. Un detonador en este caos es la falta de gestión gubernamental en el mercado de suelos, el cual se rige por las leyes de la oferta y la demanda, generando cuellos de botella donde es requerida la intervención oficial para regularlos, de manera que los residentes no basen la decisión de adquirir su vivienda en el terreno más “barato” sino en donde se generen los menores desplazamientos.
También hay que asegurar un sistema de transporte público metropolitano para que la población cuente con un servicio con altos estándares de calidad.
Para resolver estas problemáticas, son requeridas acciones valientes y disruptivas que parecen escapar a la capacidad e imaginación de los funcionarios municipales y del IMPLAN, atrapados en el bucle de sus propias incompetencias. O de su interés, al fungir como expertos en establecer acuerdos informales con el poder en variadas formas de prevaricación, pero inocentes para la innovación de instrumentos.
Una luz de esperanza en este escenario es el gradual, pero sostenido incremento de capacidades y talento de funcionarios en mandos medios en las oficinas gubernamentales, quienes podrían ser el fiel de la balanza ante la indolencia de sus superiores. De lograrse, la región de Bahía de Banderas puede acelerar el acceso a formas sostenibles de habitabilidad que tanta falta nos hacen.