70 años después
Colocó el balón con la sangre fría que conceden los años de experiencia en el circuito profesional. Sobre sus hombros pesaba la maldición de setenta años sin acariciar un campeonato de futbol mexicano, la fidelidad de la afición y la posibilidad al alcance de romper el hechizo. Sus ojos azules se detuvieron por un breve instante sobre el portero del León, Cota, dispuesto a atajar el último de los penales de una tanda pactada a cinco tiros por equipo. Tras tomar un breve impulso, Julio Furch pateó el esférico que tomó el rumbo de la esquina izquierda en la portería rival, en una secuencia de segundos que parecieron años. Una vez cruzada de línea de meta y tras comprobar que era gol, los seguidores del Atlas en el estadio Jalisco y aquellos que seguían la transmisión por televisión o medios digitales, estallaron con el júbilo contenido por décadas y aumentado por la sequía de alegrías a las que están acostumbrados.
El reloj marcaba las 23:20 horas y el día no podía ser menos especial, 12 de diciembre, festividad de la Virgen de Guadalupe. Esa misma mañana, Guadalajara, Jalisco y México habían despertado con la noticia del fallecimiento de Vicente Fernández, el último gran intérprete de la música ranchera. Pesaba cierta melancolía y tristeza, pero también optimismo ante la primera final del futbol mexicano disputada tras 22 años de ausencia de La Academia.
Y es que, en 1999, un grupo de jugadores entre los que destacaban Rafael Márquez, Erubey Cabuto y Daniel Osorno, teniendo como director técnico al controversial Ricardo Lavolpe, se colaron hasta la última instancia para disputarle al Toluca la primacía del balompié nacional. El primer encuentro fue el 3 de junio en la casa de los rojinegros, el estadio Jalisco, terminando empatados a 3 goles; el segundo cotejo ocurrió tres días después en el Nemesio Díaz en la capital del Estado de México. En la serie de penales, el último tiro fue errado por Julio “Jerry” Estrada, dejando pasar la oportunidad para que el Atlas se coronase campeón, algo que no ocurría desde 1951. Vale destacar que, de acuerdo a varios entendidos, dicha final ha sido una de las mejores en la historia del futbol mexicano, debido a la calidad de juego, el balance en el accionar de ambos conjuntos y el comportamiento de sus aficiones.
El Atlas es un equipo fundado en 1916 que se ha caracterizado por jugar bien al futbol, añadiendo elegancia y buen trato de balón desde hace varias décadas. También ha destacado por darle oportunidad a jóvenes emergidos de lo que se conoce en el argot futbolero como la “cantera”. Su logotipo es un clásico del diseño gráfico y no ha habido necesidad de actualizarlo para proyectar fidelidad a sus seguidores. Como marca deportiva, tiene muchos hinchas en toda la geografía nacional a pesar de la sequía de campeonatos antes mencionada.
Fue administrado por un grupo de socios tapatíos quienes, empujados por una severa crisis económica, lo vendieron al grupo Salinas en 2013, resultando incapaces de consolidarlo como un proyecto ganador. Ahí fue cuando entró al quite el grupo Orlegi Sports, dirigido por Alejandro Irarragorri, tomando las riendas del equipo en mayo del 2019. Dos años y medio después, y tras setenta años sin ser vencedores, el Atlas y su fiel afición han logrado paladear las mieles que solo se saborean con el campeonato. ¡Enhorabuena y mil veces arriba el Atlas…!