La libertad y sus límites
Uno de los regalos más preciados del ser humano es la libertad, entendida como la facultad para decidir entre diversas opciones ante una situación dada. Su importancia es tal, que hay doce significados en el diccionario de la Real Academia Española.
Es frecuente que confundamos la libertad con el libertinaje y nos conviene pensar que cada quien puede hacer lo que le venga en real gana. Si bien esta capacidad es personal y cada uno es responsable de asumir sus actos, cuando se vive en comunidad suele estar limitada por un marco de derecho para facilitar la vida colectiva.
Dice el dicho que “cada cabeza es un mundo” y cuando hay más de dos personas en un asunto, las posibilidades se complejizan. Imaginemos cuando se ejerce la libertad en una ciudad o una nación. Y es aquí cuando entramos en unas arenas un tanto pantanosas y germina la resistencia al imaginar limitaciones a la “libertad”.
La lucha por la libertad individual ha estado presente desde los años mozos de las civilizaciones, pero será después de la Ilustración cuando adquieran mayor visibilidad en la agenda pública. También ha mutado su percepción de acuerdo al contexto histórico y social de cada época.
Vale recordar que, como consecuencia de la Revolución Francesa, aquella nación consolidó tres conceptos claves: libertad, igualdad y fraternidad. Ello sería el incentivo teórico para movimientos sociales como la Revolución Mexicana, cuyos campesinos lucharon y dieron la vida por cumplir la anhelada aspiración de “tierra y libertad”.
Con la pandemia que hemos enfrentado por casi dos años, han surgido nuevos debates en torno a los límites de la libertad, particularmente porque los estados nacionales han tenido que tomar decisiones que cuestionan esta facultad natural para decidir entre bienes.
En los pasados días, asistimos a la querella entre el jugador de tenis Novak Djokovic y las autoridades australianas porqué el primero se negó a proporcionar el estatus de su vacunación al ingresar para disputar el primer torneo de Gran Slam del año, el abierto de ese país. Por su parte, el gobierno justificó su negativa ante la hipotética amenaza que representaba para la salud pública.
Tras una serie de diferendos legales, la estrella deportiva serbia fue deportada y no podrá optar a una visa en tres años y como consecuencia, se verá imposibilitado de competir en el país durante ese periodo.
La actuación del campeón Djokovic ha alentado la discusión entre el cuidado de la salud colectiva, en particular en este periodo de alzas en los contagios globales, y la libertad para vacunarse en relación con la gestión de la higiene personal.
En toda esta querella, da la impresión que la dureza del gobierno australiano está basada en el miedo al debate “anti-vacunas”, donde segmentos importantes de la sociedad cuestionan la efectividad de la medida, o bien se oponen a que sea obligatoria. En medio de estos desacuerdos, en nuestro contexto también se han tomado medidas como solicitar comprobación de vacunación para ingresar a bares o centros nocturnos. Ello acontece cuando el nivel de contagios por coronavirus ha vuelto a alcanzar niveles preocupantes a pesar del avance en el proceso de inoculación. Ojalá nuestra responsabilidad pueda contribuir a mejorar el estado de las cosas en la comunidad