José Antonio Vallarta Robles, un hombre de profunda devoción por su tierra
Por: Miguel Ángel Ocaña Reyes
Nacido en la pintoresca Santiago Ixcuintla, Nayarit, conocida como la “Costa de Oro”, la vida de José Antonio Vallarta Robles es un testimonio de tenacidad y amor por su tierra. Desde una edad temprana, buscó la sabiduría y la educación en la bulliciosa ciudad de Guadalajara, Jalisco, donde finalmente obtuvo su título de abogado de la prestigiosa Universidad Autónoma de Guadalajara.
En su camino, José Antonio formó un vínculo duradero al contraer matrimonio con Virginia Porras, con quien compartió el regalo de la paternidad, dando vida a seis hijos. A lo largo de los años, la familia Vallarta Porras creció y se enriqueció con la llegada de 18 nietos y cuatro bisnietos, forjando un legado de amor y unidad que perdura hasta el día de hoy.
La carrera profesional de José Antonio Vallarta Robles se desarrolló en la bulliciosa Ciudad de México, donde alcanzó notoriedad al asumir el cargo de presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal. Su influencia se expandió aún más, desempeñando roles destacados en los ámbitos jurídico y laboral.
Comunicador habilidoso
Sin embargo, la pasión de Vallarta Robles no se limitaba a los tribunales y las salas de juntas. Demostró ser un hombre de letras y un comunicador habilidoso. Sus reflexiones y conocimientos encontraron su camino a través de la prensa, ya que se convirtió en editorialista de reconocidos periódicos como El Universal, La Prensa, y la revista Impacto, además de ser un colaborador habitual del periódico Meridiano de Nayarit. Su pluma también dio vida a dos libros, donde compartió con sus lectores las ricas anécdotas de su tierra natal, su entrañable Santiago Ixcuintla, así como sus vivencias personales y políticas.
En particular, la Fundación Álica tuvo el honor de editar su libro “¡Algo más de mi ayer!”, un tributo a un hombre orgullosamente nayarita, santiaguense de corazón, y con profundas convicciones arraigadas en el amor por su tierra y sus seres queridos. A través de esta obra, Vallarta Robles nos permite rememorar los tiempos pasados, llevándonos de la mano en un viaje de nostalgia, humor y experiencias que narran una vida vivida con plenitud y sabiduría, nutriéndose de cada rincón de su entorno y enriqueciendo lo que es más valioso: la memoria.
“¡Algo más de mi ayer!” es un regalo literario para leer con calma y sin pretensiones literarias, concebido desde el asiento de la imaginación y la nostalgia. Cada anécdota impregnada de añoranza, humor y experiencias personales es un testimonio de una vida que, lejos de extinguirse, ha sido vivida con pasión, dejando una impronta imborrable en todos los que han tenido el privilegio de conocer a José Antonio Vallarta Robles. Su obra permite atisbar un pasado que puede que no sea perfecto, pero que es innegablemente parte de nuestra esencia. José Antonio Vallarta Robles ha cumplido su cometido al rescatar con sus cápsulas de recuerdos la nostalgia por tiempos pasados, permitiendo que incluso aquellos que no los vivieron puedan vislumbrar, aunque sea brevemente, un legado que es innegablemente propio.
Una Vida de Aventuras y Logros
José Antonio Vallarta Robles, es un hombre que ha vivido una vida repleta de experiencias variadas, un verdadero tesoro de recuerdos que abarcan su infancia en Nayarit hasta sus roles destacados en la Ciudad de México y sus viajes por el mundo.
La historia de Antonio está ligada a sus apreciados padres, Francisca Robles, “Pachita” y José Vallarta. Su madre, oriunda de El Zopilote, una región minera, era una mujer con habilidades excepcionales, aprendiendo a escribir a máquina a la temprana edad de diez años, lo que la llevó a encontrar trabajo y conocer a su futuro esposo, José Vallarta, apodado “L”. Este último era un respetado agricultor y ganadero en la región y, en una época de transformación, se convirtió en uno de los primeros en tener una despepitadora de algodón en Nayarit, un símbolo de progreso para la comunidad.
El camino educativo de Antonio comenzó en la Escuela Eduardo Martínez Ochoa, donde fue desafiado por un riguroso profesor, el Profesor Navarrete, quien, con su formación militar, inculcó en Antonio y sus compañeros disciplina y resiliencia, preparándolos para la vida. A pesar de las exigencias, Antonio y sus amigos encontraron tiempo para disfrutar del río Santiago, sumergiéndose en sus aguas y viviendo la aventura de la niñez.
El futbol
Un punto crucial en su vida llegó cuando, a la edad de once años, Antonio fue enviado a Guadalajara para estudiar en el Instituto de Ciencias de Jalisco, donde se cruzó con los jesuitas. En este prestigioso internado, Antonio no solo se destacó en los estudios, sino que también descubrió su pasión por el fútbol, convirtiéndose en el mejor centro medio durante su estancia. Incluso se le ofreció la oportunidad de jugar en España, aunque su amor por su familia le impidió aceptar la oferta.
Después de completar la secundaria y la preparatoria, Antonio regresó a Jalisco, donde se incorporó a la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Al llegar al umbral de su graduación, decidió mudarse a la Ciudad de México, donde comenzó su fructífera carrera en la Comisión Nacional del Maíz, donde desempeñó un papel vital en la producción de semillas específicas para diferentes regiones del país. Esta experiencia lo llevó a convertirse en el apoderado de la Productora Nacional de Semillas y la Comisión Nacional del Maíz.
El funcionario público
José Antonio Vallarta Robles también fungió como director de relaciones públicas de la Procuraduría y ejerció como abogado de la caja de la Policía en el Distrito Federal.
Su experiencia lo llevó a puestos de alto nivel, incluyendo roles en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Durante su tiempo en el Poder Judicial Federal, trabajó en el proyectista de sentencias y secretario de estudio y cuenta, y también se desempeñó como director jurídico de prensa.
A lo largo de su vida, Vallarta Robles desempeñó roles clave en el ámbito del transporte aéreo, siendo apoderado de compañías como Mexicana de Aviación, Panamerican Airlines, Líneas Aéreas Costarricenses y Líneas Aéreas Nicaragüenses. Sus labores lo llevaron a conocer a líderes destacados y a forjar relaciones internacionales. Viajó por el mundo y se relacionó con líderes influyentes, incluyendo a Fidel Castro en Cuba.
Antonio Vallarta Robles también fue un apasionado escritor, compartiendo sus vivencias y anécdotas en varios libros, y en los últimos años trabajó en su biografía. Con su familia, construyó un legado de amor, aprendizaje y aventuras, dejando huella en cada paso de su vida. A los ochenta y ocho años, Antonio seguía siendo una fuente de sabiduría y una inspiración para todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo. Su historia es un testimonio de una vida vivida plenamente, con un corazón alegre lleno de amor y un espíritu incansable.