El descanso no es un lujo
Aprendiendo a ser feliz / Hania Sosa / Psicóloga
Si prestas atención a las conversaciones con las demás personas, e incluso a esas conversaciones que tienes contigo mismo, te podrás dar cuenta de la frecuencia con la que decimos frases del tipo “no me puedo dar el lujo de descansar”, “siento que si descanso es como estar perdiendo el tiempo”, “si estoy sin hacer nada, me siento culpable”. ¿Te suenan familiares?
Cada vez escucho con mayor asiduidad ese tipo de afirmaciones, pero lo más lamentable de todo es que ahora estas afirmaciones no están siendo exclusivas de los adultos, sino que también las empiezan a creer y a repetir los jóvenes adolescentes.
En algunos casos, estos jóvenes fueron niños que se acostumbraron a que sus padres les saturaran su día a día de actividades, tanto escolares como extraescolares, pero en otros casos son jóvenes que, ante la dificultad para manejar sus emociones, ante la falta de estrategias para saber qué hacer con el ruido mental (esas conversaciones internas que son desagradables) encuentran en la saturación de sus días una forma de escape. ¿Adónde vamos a parar?
En esta temática percibo que se están mezclando dos tipos (o más) de problemas a resolver; por un lado está la competitividad, el consumismo que nos hace querer tener más y más, lo más nuevo, que estamos constantemente viendo qué hacen los demás para que podamos estar iguales que ellos. Esta parte tiene un toque de falta de autoestima, pues no nos sentimos conformes con nuestras vidas o con nosotros mismos, a menos que estemos haciendo tal o cual cosa que nos acerque a ese modelo de persona que perseguimos. Por otro lado, está el problema de realmente no saber descansar; no aprendemos a vivir el momento presente sin estar lamentándonos por un pasado que ya se ha ido, o angustiándonos por un futuro que aún no llega, o tampoco queremos estar desocupados, porque esto nos pone “en silencio” y nos confronta con todo ese ruido mental que suele aparecer cuando se nos acaban las actividades del día.
Por lo tanto, no debemos esperar a que sean vacaciones (ojalá que hayas pausado de alguna manera en estos días Santos) para detenernos a descansar. Nuestro cuerpo, dentro de sus necesidades, no sólo está el comer o tomar agua, el descanso reparador (un sueño saludable) es una necesidad primordial sin la que tampoco funcionaremos correctamente, y que si no atendemos, también nos puede llevar a enfermar; pero el descanso no se trata sólo de dormir, se trata también de aprender a estar quietos, a contemplar un paisaje, a respirar, a leer un libro, a escuchar buena música.
El descanso no es un lujo, es también una necesidad. ¿Cómo descansar cuando tienes tantas cosas por hacer? Prioriza y delega. No todo lo tienes que hacer hoy, no todo es TAN urgente como te lo dice tu cabeza, y no todo lo tienes que hacer tú.
Si no te apoyas de los demás, si no priorizas o repartes, si no descartas lo que es menos importante, tu mente no te dejará descansar.