Vivir en un destino turístico

Vale la pena repensar el turismo como única fuente de desarrollo para la región, hay actividades artísticas y culturales que bien valdría la pena explorar para construir una identidad diferente y alternativa

Por: Dr. Jesús Cabral Araiza

Para alguien que esté medianamente familiarizado con el hecho de vivir en un destino turístico, y particularmente en la región de Bahía de Banderas o Puerto Vallarta más específicamente, y pensando que este hecho ha sido ya una realidad durante muchos años, no será novedad el hecho de que esté enterado de los vaivenes que representa, los ritmos y tiempos socioeconómicos marcados por el flujo turístico y las propias dinámicas al interior de esta sociedad. Trataré de ponerlo en perspectiva:

De la gente

La sociedad Vallartense es diversa en su conjunto, tenemos más de diez mil personas que pertenecen al sector llamado de segunda residencia, justamente por vivir una mitad de año aquí y la otra en su país de origen, que por lo general es los EEUU o Canadá. Otra población migrante nacional dentro de la cual se cuentan muchas personas de clase media o media alta que, aprovechando alguna oportunidad laboral, se han quedado a vivir en la ciudad o la zona. Además, dentro de estos flujos nacionales existen trabajadores de la construcción del sureste del país que se considera población flotante. Y otro importante sector cuyas generaciones ancestrales vivieron aquí, lo cual al parecer es una minoría y se remite a la primera mitad de la década de los sesentas hacia atrás.

 

Del turismo

2017 ha dejado una taza de ocupación cercana al 100%, lo que representa cifra muy alta en retrospectiva y de acuerdo a las cámaras de comercio, tanto hotelera como restaurantera. Muchos lo atribuyen a la buena “difusión” del destino en campaña exprofeso, pero si miramos con detalle los contextos, podremos entender que el turismo como actividad socioeconómica sensible, viene despreciando destinos que antaño eran más de su agrado, llámense Cancún, Acapulco, Los Cabos, Mazatlán entre otros. Por tanto, que no sea de extrañar que el día que algún acontecimiento de esos que llegan sin avisar, nos coloque en la lista de destinos a evitar, pues como he señalado, el turismo es un sector muy sensible y no podemos negar que históricamente Vallarta ha sido de diversas formas vulnerable a los acontecimientos, de la delincuencia, por citar un ejemplo.

De los tiempos políticos

En otro orden de ideas, así como en la navidad nos sentimos contentos y voluntariosos, en tiempos políticos, los candidatos y dirigentes diversos de representación social, les da por hacer buenas obras, principalmente en infraestructura, ya sea pavimentar calles, arreglar unidades deportivas, hablar en medios de sus logros sociales entre otras cosas. No nos engañemos, Santo Claus no trae los regalos, así como los políticos no trabajan toda su gestión. Tengamos memoria histórica y seamos críticos de nuestros dirigentes más allá de nuestra filias y fobias partidistas.

 

Del entorno nacional

Otro escenario por demás interesante es el político nacional, que nos muestra cómo el amor partidista dura hasta que las diferencias de interés de poder no pueden ser más ocultadas. Para ejemplo, vemos a las cúpulas dirigentes del PAN nacional (Anaya y Gil), pero eso es sólo un ejemplo. El sistema partidista y de meritocracia personal afecta a todo el sistema y clase política nacional. Si acaso algunos candidatos independientes son salvables y libres de esta condición de compadrazgos y negociación clientelar, que es a lo que muchos se engañan llamando elegantemente política.

Del entorno Internacional

En el contexto nacional de este 2018 que ya llegó, tendremos un año para no aburrirnos, entre enajenación deportiva y ocultamientos históricos de robos a la nación y corruptelas, no falta el iluso que piense que al pueblo se le sigue engañando. No por mucho, no por siempre, y la gente ya pide con más entusiasmo un cambio real, basta ver los índices inflacionarios del último cuarto de año del 2017 y el inicio de este ya difícil 2018.

En resumen

En este contexto y dichas consideraciones, es que vale la pena repensar el turismo como única fuente de desarrollo para la región, hay actividades artísticas y culturales que bien valdría la pena explorar para construir una identidad diferente y alternativa. Pensemos en fomentar la galería, trabajar en escuelas de alta especialidad, sea gastronomía como ya lo hace la U de G, Desarrollos agroindustriales, Turismo rural, etc. Y siempre en pro de los más necesitados, que son finalmente la mano de obra. Hasta los viejos saben que no es bueno poner todos los huevos en la misma canasta, ¿no cree usted? Que pase buen día.