Viajar para qué

Seamos aventureros, descubramos más y salgámonos de la borregada abarrotada y turística, seamos viajeros y soñemos, más viajeros y menos turistas

Héctor Pérez García*

sibarita01@gmail.com

Esta historia tiene dos perspectivas; la de la experiencia y la del aprendizaje. Sí, se puede aprender a viajar, a actuar como turista. Pero en estos tiempos la experiencia nos aconseja ser viajeros, más que turistas.

He aquí el primer acto: LA EXPERIENCIA

¿Viajar para qué? Explorar el mundo a la vuelta de la esquina. En un breve ensayo sobre las motivaciones para viajar. Armando González Torres colaborador de ISTMO nos ofrece unas sustanciosas reflexiones con sus respuestas.

“Por supuesto, las hordas de señores con bermudas, calcetines y cámaras digitales son una imagen odiada por los que se dicen auténticos viajeros. Así, frente a esta desacralización del viaje por las masas con poder adquisitivo se erige otra concepción supuestamente más auténtica que tiene que ver con el romanticismo redivivo en el turismo contracultural, espiritual y revolucionario.”

“Hay que buscar entonces playas vírgenes, monasterios o santuarios escondidos, ruinas milenarias, pueblos mágicos donde sea posible librarse de las trampas de la modernidad y encontrar costumbres rústicas y frugales, ejemplo de espiritualidad o, bien, movimientos sociales que contrasten la inmovilidad de las metrópolis. El problema es que este turismo no siempre puede escapar a la maldición de la banalidad y el consumo”.

El autor del ensayo describe en sus propios conceptos lo que el Dr. Plog llama la “experiencia del visitante”, en este caso insatisfecha, que cuando se da en un centro turístico propicia la migración del turismo discerniente y afluente a otros destinos que le ofrezcan mejores expectativas de gozo y ocio. El concepto de lujo y la condición de calidad se da únicamente en el espacio. Por el contrario, la estrechez, el ahogamiento, evocan lo ordinario, lo sin clase; en el negocio de los viajes: el turismo masivo.

“En efecto, el logro aventurero se ha acotado, no hay territorios inexplorados, ni culturas por descubrir, ni religiones o cosmovisiones nuevas y la búsqueda de singularidades a veces parece limitarse al concurso mercadológico entre agencias de viajes por la invención de nuevos destinos. Las frivolidades en torno al orientalismo, las aleaciones de lo prehispánico con lo “new age”, las visiones empobrecidas de África, los incomodísimos y caros destinos ecológicos, ofrecen ejemplos de la capacidad de distorsión del turismo contracultural”.

Basta ver y sufrir las lamentables caracterizaciones de lo “típico mexicano” que en cuestiones musicales presentan algunos hoteles a los turistas de “paquete”. O las representaciones pseudo prehispánicas inventadas por coreógrafos más dados al mercantilismo que a la historia. Ni que decir de la manera en que se destruye uno de los  más caros valores de nuestras tradiciones: la comida regional, que en largas mesas de “buffet” ofrecen una cornucopia vacía de lo esencial; lo más probable preparada por manos inexpertas que sabrán hacer el “como”, pero no el “porqué”.

Héctor Zagal, en la misma edición de Istmo, nos invita contando sus experiencias en un hotel “Todo incluido” donde se hospedó por casualidad:

ALL INCLUSIVE- FELICIDAD ENCAPSULADA:

“…este tipo de hoteles ofrecen comida abundante, llenadora e insípida, comida barata y deslumbrante, comida que alegra los ojos de los comensales y los bolsillos de los dueños de los hoteles. El propósito en generar la impresión de abundancia: mucha comida, muchas toallas, mucho alcohol, mucha diversión. El hotel es una Arcadia en miniatura. Un médico de guardia se encarga de expulsar los demonios del dolor físico; una insolación, una jaqueca, malestar estomacal, la ponzoña de un animal. Pero los demonios más temibles son los que alcanzan el espíritu. Entre todos los diablos del infierno, los hoteleros temen especialmente a una pareja: el señor aburrimiento y la señora depresión. Persiguen a sus víctimas a cualquier lado del mundo. La mayoría de los turistas huyen del tedio y de la monotonía del trabajo, de la mediocre existencia que se gasta en la rutina.

El hotel tiene unos exorcistas del aburrimiento, son animadores, chicos y chicas ansiosas de una vida diferente, son los sacerdotes más poderosos del hotel. Enfrentas los demonios del alma. Su deber es exorcizar la tristeza y el aburrimiento. Son los ministros de la diversión. Los hoteleros los reclutan entre las filas de la juventud hedonista, enamorada de sus cuerpos, del sol, del baile, de la música. Jóvenes que gustan sentir el bombear de su corazón, que disfrutan la sangre caliente acumulada en sus sienes; lo suficientemente valientes para dejar la comodidad de sus casas, pero lo suficientemente burgueses para no irse a recorrer el mundo de mochileros”

“Frente a nosotros se sentó un nutrido grupo de niños al cuidado de tres chicas, tres animadoras. Les corresponden dos tareas en los hoteles: fungir como nanas de los hijos de los huéspedes y conversar con varones gordos, calvos y feos, que visitan el hotel para olvidarse de su miserable existencia. En el resort reina un ambiente familiar. No es un destino de turismo sexual, así que estas mujeres no tienen la obligación de satisfacer los apetitos sexuales de los feos. A ellas, como a sus homólogos varones, solo les toca crear un entorno de cordialidad y fiesta”

“Cenamos en una escenografía de Tex-Mex. Al terminar, asistimos al teatro del hotel donde se presentan bailes mexicanos típicos. Se trata de una compañía de jóvenes oaxaqueños con cierto encanto y por supuesto, mucho mejor que los animadores del día anterior bailando can-can y flamenco. El maestro de ceremonias- uno de los muchachos de la hospitalidad- confunde Yucatán con Sinaloa y cuenta chistes de doble sentido. La mayoría de los espectadores son gringos, no entienden nada. Pero no importa, vienen dispuestos a reírse y a aplaudir, porque pagaron por ello.”

El ambiente, las intenciones, la comida, los escenarios, se repiten en todos los hoteles ALL INCLUSIVE, solo cambian los actores: anfitriones y huéspedes. Se trata del negocio del “make believe” en todos sentidos, y uno se pregunta ¿Qué impresión se llevarán los gringos? De seguro que muchos regresarán a sus lugares de origen riéndose de nosotros porque nos hicieron creer que los hicimos tontos.

Otros se sentirán ofendidos y algunos más nos odiarán por nuestra estupidez al no saber explotar un turismo con mayor imaginación y conocimiento; con verdaderas manifestaciones culturales y una autentica comida local.

El turismo ha dejado de ser artículo de lujo para instalarse en la canasta básica.

EL APRENDIZAJE

Seamos aventureros, descubramos más y salgámonos de la borregada abarrotada y turística, seamos viajeros y soñemos, más viajeros y menos turistas, te dejó este artículo para que sepas por dónde comenzar:

  1. Dale un respiro a las fotos. No es mala idea tomarte un pequeño recreo de la cámara de fotos. De esta manera, cuando veas algo que te sea desconocido e interesante, en lugar de tomar una fotografía, te acercarás y lo conocerás de cerca.
  2. Muévete en transporte público. En la medida de lo posible, huye de los taxis y de los “autobuses turísticos”. Muévete en medios de transporte público, junto con los lugareños. Descubrirás sitios impensados…
  3. Escapa del circuito turístico. En los tours convencionales, te muestran la parte más conocida del destino que visitas, generalmente la parte “linda” y “turística”. Y tú deseas conocerlo todo.
  4. Come en restaurantes de comida local, para gente local. Evita los caros restaurantes con comida gourmet diseñados especialmente para turistas. Come en los centros locales y puestos de comidas ambulantes. Allí probaras la verdadera comida local, con los platos típicos del lugar tal como los comen allí.
  5. Haz el intento, habla su idioma. Si viajas a un país con un idioma diferente, una buena idea es aprender algo del lenguaje local antes de emprender tu viaje. Existen cursos intensivos para viajeros, que te permiten manejar lo básico del idioma en un par de meses.
  6. Visita el mercado. En todas las ciudades hay un mercado donde la gente del lugar va a comprar sus víveres. Generalmente son sitios muy grandes, donde venden todo tipo de productos, comestibles y no. Es un sitio ideal, donde conocerás los aromas y sabores de la gastronomía local, las costumbres de la gente, el regateo y el folclore cotidiano…
  7. Conoce las costumbres particulares del lugar. La cultura de un lugar es lo que lo hace diferente del resto, pero algunas cosas no son tan conocidas como otras. Desde la simbología de un color, hasta diferentes tipos de saludos, o normas de conducta, pueden resultar cosas sorprendentes que harán que tu viaje sea distinto y podrás luego maravillar a tus amigos con datos interesantes.
  8. Apúntate en una clase de baile o cocina local. Llévate más que recuerdos del lugar que visitas, y apúntate a una clase de baile o cocina local. En la mayoría de las ciudades hay clases intensivas e incluso de un solo día para aprender lo básico, ya sea tus primeros pasos de tango, o cómo hacer una típica pizza italiana.
  9. Hospédate en apartamentos o en casas de familia. Los hoteles tienen grandes ventajas, pero esta vez te proponemos que te hospedes en un apartamento. Un apartamento te da más libertad y cuenta con una cocina que te permitirá improvisar con la cocina local. Podrás ir de compras a un supermercado, curiosear y comprar los ingredientes que quieras, para luego cocinarlos tú.
  10. Haz amigos del lugar. Siempre que viajes es importante tener una actitud abierta y amigable. Ser amable y relacionarte con los otros te permitirá conocer gente nueva y enriquecer tu experiencia. Una vez que hayas conocido gente nueva, podrás compartir con ellos salidas nocturnas, un día de playa y por qué no, pedirles que te enseñen algo de su lengua, que te acompañen a recorrer el lugar, y que te recomienden las mejores comidas y los mejores lugares… No olvides dejarles tus datos para seguir en contacto

 

*El autor es gastrónomo y diletante. Sus estudios y experiencias lo han llevado a publicar libros sobre el tema. Fue el socio fundador del Capitulo Puerto Vallarta de la Chaine des Rotisseurs y ha sido restaurantero en las ciudades de México, Guadalajara y Puerto Vallarta.