Sentir es vivir

Red Interna / Humberto Famanía Ortega

Dar sentido a nuestra vida radica en buscarnos a nosotros mismos sin perder el piso

Cuando afloran los sentimientos ante la nostalgia que brota de tu mente y corazón, pero sobre todo aquella que se da en torno en tu paso por la vida, otorgan un halo de esperanza para poder alcanzar la felicidad deseada. Muchas de las veces pensamos que somos eternos, sin saber que un día más es un día menos en esta vida terrenal.

Meditar es una manera práctica de hacernos una autoevaluación de lo que hicimos o dejamos de hacer, siempre pensando que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, sabedores que para buscar la perfección simplemente basta con sentirnos bendecidos para afrontar cualquier obstáculo en nuestra existencia.

Al pasar los años la sabiduría crece. La diferencia estriba en buscar siempre el amor al prójimo, porque es uno de los elementos más importantes para dar el segundo paso a los designios del Creador. Me refiero que la palabra mágica es el AMOR para sentirlo en su exacta dimensión, cuatro letras maravillosas esencia de todo lo que brota en nuestro alrededor.

La familia es la base de la sociedad en la que desarrollamos nuestro más sublime compromiso, es la que nos hace sentir a cabalidad nuestra propia fortaleza. Desde la creación, es el motor que mueve la unión para que cumplamos con los designios de la naturaleza guiada por Dios. Es donde la palabra vida da sentido a nuestros propósitos.

El presente nos invita a reflexionar a profundidad, para darnos cuenta de que somos seres que para subsistir, debemos estar integrados en todos los sentidos, cada uno tenemos dones muy distintos, y en su conjunto forman un todo.

Solo trabajando con objetivos claros y precisos, con sentido común, lograremos superar circunstancias que se tornan débiles ante el acecho de múltiples problemas, muchos de ellos originados por nosotros mismos sin darle sentido a la vida.

Con mucho interés somos testigos de múltiples acontecimientos, muchos de ellos agobiantes, como la salud, la inseguridad y las guerras, los tres provocados por la misma humanidad, olvidándonos del fin de la creación, en la que resaltan los valores, donde la paz y armonía son el complemento de la vida. Como podemos comprender, es la esencia donde radica el trascender para alcanzar la plenitud de la vida.

Dar sentido a nuestra vida radica en buscarnos a nosotros mismos sin perder el piso. Al paso del tiempo, si dependemos de los apegos, nos llevarán a perdernos en un proceso de deshumanización, que al final se convierte en un vacío existencial.

Si en nuestro andar por la vida, observamos bajo una óptica en la que cada paso que demos se convierta en una superación constante por ser mejores, seguramente saldremos adelante. Cuando nos trazamos un objetivo con metas precisas, basados en nuestra integridad como personas, avanzaremos a pasos firmes y contundentes, porque en nuestras acciones se refleja la confianza, elemento que nos hace falta para lograr constituirnos en un verdadero equipo comunitario.

Estamos muy a tiempo de rectificar los caminos que se desvían por la falta de un entendimiento real de nuestras conductas, hacia un porvenir donde se construya y no se destruya el fin por el que fuimos creados a imagen y semejanza del Creador. Nuestro libre albedrio, pureza maravillosa, está  hecho de tal manera, que nuestra conducta deberá de estar basada siempre en el respeto a nosotros mismos, para entender a los demás.

-. Siempre cultivar nuestras emociones cuando se deriven de una causa noble, el respeto por la vida. –