Seleccionados indiscretos

Percepciones

Nuestros seleccionados no se han enterado que son figuras públicas y que como tales deben cuidar lo que hacen, pues de no ser así los medios se los comen vivos

Roberto Franco Briones

La Selección Mexicana no aprende, les encanta dar la nota. Y no voy a hablar ni siquiera de lo mal parado que dejan al deporte mexicano a nivel internacional a días del mundial, mucho menos de si le pusieron los cuernos a la esposa, lo cual tampoco es para darles un premio. Voy a hablar de la falta de discreción. Y es que no me pueden decir que nuestros seleccionados no se han enterado que son figuras públicas y que como tales deben cuidar lo que hacen, pues de no ser así los medios se los comen vivos.

Probablemente se podrían entender estos deslices en fiestas previas al mundial 2002 ó 2006, pero hoy en día todos estamos inmersos en un mundo en donde es suficiente tener cualquier tipo de celular para fungir como reporteros, tomar fotos y subirlo a redes sociales o venderlo para una revista.

¡Caray! No son futbolistas de segunda división, estamos hablando de Guillermo Ochoa, Marco Fabián, Jonathan y Giovani dos Santos, Héctor Herrera, Jesús Gallardo, Carlos Salcedo y Raúl Jiménez, todos ellos con una trayectoria amplia y en algunos casos reincidentes públicos en estos menesteres fiesteros paparazzeados en 2010, previo a la Copa América 2011 y durante la Copa Confederaciones 2013. ¿Qué no aprendieron nada de las experiencias previas?

Estoy de acuerdo, seguramente los seleccionados tienen la confianza suficiente como para hacer cualquier cosa con sus compañeros futbolistas y eso no está mal. Esa confianza, bien aplicada, es indispensable jugando un partido. Pero no es posible que le brinden su confianza a personas que acaban de conocer, y menos si estas personas tienen un celular y son damas de compañía, que como todos deben saber, la mayoría hacen esto por un tema de necesidad y no por gusto. Mujeres que si tienen la oportunidad de hacer dinero, la van a tomar.

Ahora, ¿realmente es muy difícil hacer las cosas a discreción?, ¿será que no pudieron conseguir una casa con una barda que les permitiera mayor privacidad?, ¿en serio les costaría demasiado trabajo pedir que dejen los celulares antes de entrar a la casa?

La fiesta de los seleccionados cuesta aún más que los problemas maritales, porque  evidentemente las marcas patrocinadoras no están encantadas con esta noticia, pues casi todas están relacionadas con valores. Valores en los que evidentemente no entra la infidelidad o pagar tiempo con mujeres.

No es mi asunto decir que no lo hagan, aunque no estaría mal. Es mi asunto decir que deben ubicarse y comprender que son figuras públicas que viven de su talento, pero también de su imagen. Nada cuesta romperse un poco más la cabeza para que no nos enteremos todos de sus vagancias, por el bien de sus familias, de sus patrocinadores e incluso de sus bolsillos (que se llenan de los logotipos que utilizan).

Roberto Franco Briones

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