Psicoeducación

Nadie puede negarles a los antipsicóticos la tranquilidad que llegan a proporcionales a las personas, eso no está a discusión y es innegable su acción, aunque también desgastante para las emociones

Nadie puede negarles a los antipsicóticos la tranquilidad que llegan a proporcionales a las personas, eso no está a discusión y es innegable su acción, aunque también desgastante para las emociones

Por: Marisú Ramírez

Las personas en su gran mayoría aún mantienen la creencia de que las emociones negativas llegan a enfermarlas; enojo o tristeza son comportamientos con los cuales se debe convivir hasta terminarlos.

Desde mi punto de vista ellos solamente reflejan la imperiosa necesidad de vernos por dentro, ahí existe el origen y es necesario someterlo a un meticuloso análisis con el objetivo de cambiar nuestras actitudes; ordenar ideas y ver para adelante, no vale la pena encharcarnos en visiones negativas y deprimentes.

He conocido a demasiadas personas dependientes de los llamados antidepresivos, pertenecen a los escenarios de una sociedad que avanza muy desordenada y con demasiada velocidad. El consumidor de este medicamento es difícil que lo deje, porque se enfrenta a emociones encontradas y se transforma poco a poco en persona ajena a su naturaleza.

Los antidepresivos desvían emociones, algunas veces las suprimen y en el peor de los casos algunos especialistas, neurólogos o psiquiatras sostienen que afloran conflictos de la personalidad ocultos por mucho tiempo. Se rasgan las investigaciones al respecto para no ser negadas de golpe; psicólogos en una posición social y neurólogos y psiquiatras en su terreno bioquímico.

No planteo estar en contra del consumo de los antidepresivos, en algún momento personas muy cercanas y queridas por mí los consumen; aunque vale la pena atender la opinión de Peter Getzsche, médico con más de tres décadas de ejercer; investigador y exempleado de corporaciones farmacéuticas conoce cómo se manipula la conducta de los consumidores, y llegó a la siguiente conclusión de que algunos medicamentos matan y que las farmacéuticas generalmente se comportan como grupos mafiosos que practican el crimen de forma corporativa. Recomiendo revisar su libro “Psicofármacos que matan y denegación organizada”.

Nadie puede negarles a los antipsicóticos la tranquilidad que llegan a proporcionales a las personas, eso no está a discusión y es innegable su acción, aunque también desgastante para las emociones. Además del posible daño cerebral que producen en periodos prolongados de consumo, como lo señala el investigador danés Peter Gotzsche.

Lo delicado es el daño permanente de estos medicamentos tóxicos, como lo sostiene Gotzsche, maestro de Diseño y Análisis de Ensayos Clínicos, tras estudios de años, cataloga y expone de los antisicóticos sus efectos negativos.

Las personas desean estar sanas, continuar sus actividades de forma normal, lo preocupante es lo vertiginoso de este siglo, los conflictos variados y desgastantes lo cual ha multiplicado el consumo masivo de este medicamento, la manera indiscriminada de prescripciones médicas al respeto tanto en instituciones de salud del Sector Público y privado.

Lo curioso y es lo que me llevó al comentario es la percepción de los médicos en el sentido de que los enfermos que presentan desequilibrios mentales llegan a padecer variaciones químicas en su sistema nervioso, aunque es muy difícil llegar a demostrarlo, aunque el incremento de padecimientos cardiacos y cerebrovasculares producto de la contención de linfocitos T pone en riesgo la salud humana.

Algunos pacientes consumidores de antidepresivos no consideran las terapias no químicas para la solución de sus problemas, y es lo que realmente preocupa, ya que cuando se deja el tratamiento a base de antidepresivos, el cerebro ya ha desarrollado dependencia total que puede, en el peor de los casos, conducir a estados depresivos reales y, por ende a desencadenar tragedias como el atentar contra la vida.

La sociedad desde la familia puede lograr mejores avances en la cura de la depresión, la esquizofrenia y trastorno bipolar que los medicamentos químicos, por lo que pongo sobre la mesa la llamada psicoeducación. Es, en otras palabras, que el paciente tenga el valor de enfrentar su situación y conviva con él hasta desaparecerlo; los especialistas en la mente lo aconsejan, es una sana actitud alternativa y aconsejable, el manejo de las emociones de forma positiva.

Lo más importante en la vida humana es tener conciencia de lo que somos, cuando requerimos de productos químicos para lograrlo la enfermedad supera a la acción mental y pone en crisis lo que podría solucionarse de forma sencilla con apoyo familiar y autocontrol. masryram@msn.com