Qué hacer con la depresión

Desde mi experiencia / Juan Carlos Cervantes

La depresión es sumamente desgastante, al grado de llegar a imposibilitarnos para un funcionamiento pleno

Datos abrumadores previos a la pandemia revelaban que al menos un 35 por ciento de la población mundial padecía depresión y gran parte de ese porcentaje, no lo sabía. No quiero ni imaginar hasta dónde ha escalado este porcentaje con la situación actual.

He recibido en numerosas ocasiones mensajes con preguntas acerca de cómo identificar y manejar la depresión. De entrada, debo decir que cada persona puede manifestarlo y vivirlo de formas diferentes, por ende, cada caso debe ser visto y atendido por un profesional, no existe una receta universal, pues, así como hay personas muy vulnerables a la depresión, existen otras que son más fuertes ante este padecimiento.

Hoy me gustaría compartir con usted, amable lector, algunos comentarios que espero, le sean útiles para manejar estados depresivos en caso de que usted o algún conocido este pasando por esto.

Quisiera comenzar por mencionar que la depresión es sumamente desgastante, al grado de llegar a imposibilitarnos para un funcionamiento pleno. Llega a incapacitarnos, pues es implacable, agota, desanima, aniquila.

Si usted tiene la posibilidad de buscar y recibir ayuda profesional, no lo piense, esto puede ser su mejor decisión, al grado incluso, en algunos casos, de salvar vidas. Hágalo de forma presencial si sus posibilidades y circunstancias se lo permiten, pero aún recibir ayuda mediante plataformas digitales es útil y muy reconfortante. Basta con decirle que, en este momento, el noventa por ciento de mis pacientes, son consultados en línea.

Yo le recomiendo también el voltear a ver esas actividades que usted sabe que le reconfortan y le hacen pasar momentos agradables y las incluya en su día a día. Cosas simples, pequeños placeres, por ejemplo, decorar, mover algo de lugar, leer o escribir, dibujar, colorear mandalas, cocinar algo que le apetezca y disfruta preparar, hacerse un peinado diferente, entre otras cosas que usted sabe mejor que yo.

Hacer algo de ejercicio es otra de esas cosas que no debe pasar por alto y que le brindarán efectos muy positivos. Algo de aire fresco y liberación de hormonas siempre será una combinación infalible. Será divertido, se distraerá y de paso, le dará un sentido de valía a su autoestima al vencer la flojera y hacer un lado los pretextos. Piense en usted, en cómo se quiere sentir y haga lo necesario para sentirse así. Simple.

Permanecer en silencio y observar con atención algo que le parezca atractivo, reconfortante, relajante o mitigador, es quizá lo más parecido a la meditación, en caso de que usted no sepa cómo meditar. Estar en silencio y observar, mientras nuestros pensamientos pasan uno tras otro sin ser juzgados, evitados ni etiquetados, es una técnica muy útil para practicar la atención plena y obtener calma, al tiempo que respiramos y dejamos que el oxígeno que entra y sale renueve el aire dentro de nosotros, nos refresque y nos de esa sensación de calma y de sentirnos vivos.

Buscar el contacto humano, por último, es una de las actividades que, valga la expresión, nos recuerdan lo humanos que somos. Lo decía el multipremiado arzobispo africano Desmond Tutu, quien obtuviera el Nobel de la paz en 1984, “una persona es persona cuando reconoce a otras personas”. Reconózcase a sí mismo mediante el contacto humano, quizá hoy más que nunca es necesario hacer esa videollamada, tomarse ese café con los protocolos indicados, salir a caminar al parque con la debida distancia social, escribir esa carta o simplemente, decir esas palabras a la persona indicada antes de que sea demasiado tarde.

Cuídese por favor, cuídese mucho y cuídese bien. Lo necesitamos en este mundo.

Juan Carlos Cervantes

www.juancacervantes.com