Evasión de responsabilidad parental

Educación y parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza

El “padre rechazante” por diversas razones no acepta funcionalmente el hecho de asumirse plenamente como la persona responsable de criar a un hijo

Quizás usted, estimado lector se ha enterado de diversos padres que frecuentemente no se asumen como tales, que evaden su responsabilidad o la delegan forzosamente a sus mismos padres, hermanas, tíos o hasta amigos con tal de no asumirse plenamente en el rol que ellos mismos eligieron al traer al mundo a uno o más hijos.

Pues bien, eso tiene un término clínico, es el de “padre rechazante”, este tipo de padres por diversas razones no acepta funcionalmente –aunque mencione verbalmente que sí- el hecho de asumirse plenamente como la persona responsable de criar a un hijo que demanda todos los días educación y guía tutorial de sus padres, no solo tener una casa y que sea enviado a la escuela o guardería.

Nadie ha mencionado que ser padre sea fácil, aterra el hecho de cambiar la vida por un hijo, y aunque para la gran mayoría puede ser una experiencia inmensamente feliz, existen padres y madres que no asumen a cabalidad ese rol, pero veamos algunas posibles causas:

1. Que sea un aprendizaje de sus propios padres.

2. Que sea más cómodo por bienestar material de los padres que alguien haga sus tareas y roles. 

3. Que el miedo los paralice y no les permita actuar y evadan hacia algún tercero sus deberes de padres.

4. Por indolencia y falta de responsabilidad

5. Tener abuelos consecuentes y consentidores con ese hecho, o incluso que los abuelos alienten y sean cómplices de esas conductas y no se atrevan a confrontar a la hija o hijo, aunque ello merme su salud, pues ya están cansados de sacar adelante la crianza de los propios hijos y ahora la de los nietos.

6. Que el hijo presente alguna condición médica o psicológica que requiera atención personalizada, y que los padres justifiquen su ausencia por trabajo o actividades diversas que en nada ayudan a sobrellevar dicha condición clínica orgánica o psicológica.

En este último caso, vale la pena no confundir que independientemente de la condición de organicidad del niño (trastorno específico), este infante desarrolla habilidades sociales y una personalidad que es el producto de la guía y tutela parental, pero justamente el problema se agrava ante la negativa de los padres de asumirse plenamente en su rol.

En todo caso, es un hecho que se presenta lastimosamente con cierta frecuencia, que no permite al hijo distinguir entre la tutela de los padres y de los abuelos, que funcionalmente lo confunde y lo confronta con padres y abuelos, y que las consecuencias son cada vez más negativas, en la medida que crece el hijo, crece el hecho de poder asumir poses de rebeldía hacia cualquier institución o persona que represente autoridad, y ello por supuesto que incluye a los padres evasivos.

Este trastorno parental suele confundirse con el de padres “perplejos” (así tal cual, perplejos, no lo otro…) en este último, los padres no saben cómo actuar, ahí están pero no actúan porque sean indolentes, simplemente se congelan y no hacen nada.

Finalmente, si es su caso o de alguien que conoce, trate no de juzgar, pues cada quien sabe o no lo que trae a cuestas, lo que sí puede hacer es orientar a que busque ayuda que pueda proporcionarle estrategias concretas para tomar decisiones responsables y maduras, que le permitan asumirse plenamente en su rol parental, y que pueda entender que no hay padres perfectos, pero que será preferible que el padre asuma las consecuencias de sus decisiones con los hijos que por algo los trajo al mundo, y no delegar esta tan delicada responsabilidad en terceros, aunque sean cercanos y amorosos, pues simplemente no es responsabilidad de nadie más.