El bienestar animal y por qué la ciencia no ha muerto

Con Ciencia Animal MVZ. Carlos Arturo Martínez Jiménez

01. La interacción animal invariablemente implica empatía, pero también se debe inferir la evidencia científica

En los últimos años, han surgido en la sociedad diversas inquietudes alrededor de la interacción entre el ser humano y substancialmente con los animales descritos como de compañía en un contexto que integra una emulsión social, ambiental, económica y de salud pública, derivando de distintas acciones y toma de decisiones que si bien, se pueden interpretar como gestiones que buscan el bien de los animales, muchas de ellas carecen de conocimientos y criterio científico, originando graves repercusiones negativas en la salud pública, ambiental y la propia salud animal.

De manera general, en nuestro país como en muchos otros, el ordenamiento jurídico invariablemente considera que hay determinadas profesiones que, por el impacto directo con su área y los riesgos que genera para la sociedad, sólo pueden ser desempeñadas por personas que hayan adquirido una formación determinada, confiando en los colectivos disciplinarios de las organizaciones colegiales la correcta actuación del Estado.

La ciencia del Bienestar Animal se ha visto envuelta en un halo de ideologías que han desvariado el concepto intrínseco del mismo, en opiniones, gestiones y movimientos, que hasta los mismos profesionistas del área replican dichas nociones difundidas por activistas que desconocen el trasfondo de las implicaciones que conllevan sus acciones, aunado a que, mientras las autoridades, la sociedad y la educación sea un papel, y la ciencia una apreciación, las ideologías serán el pilar de la verdad la cual se derrumbará en el instante que la realidad cobre su espacio.

Si hasta este momento no he sabido ser claro, le daré un ejemplo real:

Hace poco tiempo un grupo activista propuso una idea que, si lo vemos en una sola perspectiva, parecería que merecen el premio Nobel del bienestar animal, tanto así, que hasta los políticos tomaron raja de esto y buscaron su promoción para llevarlo a cabo por todo el malecón y ciudad.

La idea fue poner contenedores con tubos de PVC a manera de bebederos y comederos en diferentes colonias para que cualquier perro pudiera tomar agua y comer croquetas, hasta aquí usted me dirá que deberían darles ese premio, pero si le dijera a usted que bastan de 15 a 20 minutos para que el calor implacable y la humedad, arriba del 90%, haga de estos contenedores unas perfectas incubadoras de bacterias, hongos e insectos, que claramente pueden comprobarse con solo observar y oler de cerca, y aunque se hicieran cambios periódicos y se laven los contenedores, el material del que están hechos tienen grietas por las cuales se podrían alojar estos seres microscópicos, no por nada los veterinarios recomiendan que a tu mascota le des sus alimentos y bebida en platos de acero inoxidable; además, se observó a muchos perros que en su conducta territorial, orinaban estos contenedores aumentando la posibilidad de una contaminación con la bacteria Leptospira spp y con ello el riesgo de una propagación de la enfermedad, y eventualmente, una posible zoonosis, solo por dar un ejemplo, pero hubo muchas otras enfermedades que brotaron a raíz de este proyecto en los perros con propietario, que no podemos imaginarnos qué habrá pasado con los callejeros, los que estuvieron de paso, y con la fauna silvestre como los mapaches que también tuvieron acceso, fue tan evidente que estos políticos desistieron de llevarlo a cabo masivamente.

Es por eso que, crear un panorama con perspectiva científica de los problemas que existen en las interacciones y las correlaciones que se presentan entre los animales, humanos y medio ambiente, evitará estas situaciones. La educación con bases para crear un criterio científico, debe estar por encima de una educación adoctrinada en ideologías. La interacción animal invariablemente implica empatía, pero también se debe inferir la evidencia científica para evitar que los actos de buena fe por parte de la sociedad, no afecten de manera negativa la salud y bienestar de los animales de compañía.

El bienestar animal es una ciencia y como otras ciencias no han muerto…aún.