Demente

SanaMente / Dra. Ana Paula González Toledo / Médico Psiquiatra

El actor sumerge al público dentro del escenario por medio de la empatía

La obra de teatro de Ari Telch es un testimonio. Este 14 de febrero se presentó en el teatro Vallarta la obra titulada Demente del actor mexicano Ari Telch, la temática gira en torno a múltiples aspectos de la salud mental y la psiquiatría. Digo psiquiatría y no psicología porque a diferencia de otras puestas en escena, en Demente Telch habla de los factores biológicos, clínicos y de tratamiento farmacológico de los 6 trastornos mentales más comunes y dos condiciones conocidas por todos, la adolescencia y el enamoramiento.

Con una increíble maestría, el actor sumerge al público dentro del escenario por medio de la empatía con un Telch distraído que corre para llegar hasta Puerto Vallarta para su presentación, poco a poco la audiencia se va enterando de cuantas personas en el mundo sufren un trastorno mental y de lo que significan esos números; una epidemia de la que es urgente hablar.

La escenografía es sencilla solo había una silla, un podio, 3 prendas de ropa colgadas en un rack de metal y una muñeca de trapo la cual representaba perfecto el cuerpo, las postura y la ganas de alguien profundamente deprimido. De una manera súper amena y emotiva por igual al ver DeMente caes en cuenta cómo luce alguien con ansiedad, y sientes la preocupación de un hijo angustiado de no poder ayudar a su mamá que se aísla y piensa en el suicidio.

Pepito quien padece trastorno bipolar hace un llamado al público de ayudar a quien dice que se quitará la vida, no es chantaje cuando alguien habla de lastimarse a sí mismo, las personas suicidas sí avisan. A través de la historia de este personaje te das cuenta de la imposibilidad que Pepito tiene de hacer algo al respecto, simplemente no es cuestión de voluntad parar, es una enfermedad como cualquier otra que no se puede controlar sin tratamiento médico.

Las compulsiones del trastorno obsesivo compulsivo dan risa, desde lo absurdo de la situación, hasta que incapacitan al paciente y deja de ser gracioso, los chistes agrios que se ve obligado a hacer el actor son necesarios para que las personas sientan lo duro, doloroso y solitario que es padecer un trastorno que no se ve y para el cual pareciera que solo tienes que “echarle ganas”.

De ese modo la esquizofrenia, el trastorno bipolar y por consumo de sustancias son puestos en escena y están allí claritos. Al final la historia de Pepito no es solo de Pepito, sino que es la historia de millones de seres humanos más, incluido el actor.

Como psiquiatra siempre me ha frustrado el no poder materializar mis palabras cuando me preguntan qué es o en qué consiste tal o cual trastorno mental, me gustaría tener una radiografía que mostrara que ahí está la enfermedad, pero no es tan sencillo. Es por eso que me entusiasma tanto esta obra, porque tengo un recurso más para recomendar a todas las personas.